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-256- las familias animosas que se dirigieron al Tentl'o Llrico pnra pre– scucinr el debut de tan fenomenal artista. A las nueve In tempestad no había amainnclo, antes por el eon– trnrio, seguía su majestuoso curso, y en tn.les condiciones empezó el co11cie1·to para vi<1lln y orquest:i. del gran coloso del siglo pnsil.· do, do Beethoven, otra de las composiciones de este autor, q11c siempre causan asombro, porque siempre revelan superioridad SO· bre casi todas las demlts. Decir como lo ejecutó Sa.rasate, seria repetir lo que hemos dicho ya sobre sus condicióncs artistiras. Cnlci1lcse, pnes, cómo apl~\udiria el público y con qué calor .'· con cuantn. insistencia. llamnrin. ni ejecutt\llle al final ele cada uno de los tres tiempos de que se compone. ~jecutó después, con la orquesta. tiimbión, la I11troclucci61i y el Rondó capl'ichoso do Saint-Saéns, y yn. el público no se contentó con lo del prógrama, sino que pidió otras piezas, y S: i.msn.te, con acompafiamiento de piano, tocó como 61 sabe varios aires po– pulares. Cantó la selioriti\ dona Pilar Calvera la bella Chanson de l' oiseleu1· de Leo Delibcs, siendo aplaudida, y habria. terminado la velada con unn. Ftmtasta por Sarasnte y la orquesta. sobre Otello de Rossini, si otra vez el público, haciéndole objeto ele un:i. nueva. ó indescriptible ovación, no Je hubiese llamado pnrn ha.corle tocl\r otros aires populares, algunos de ellos rnrindos y todos ele unn. di– ficultad asombrosn.. No debemos concluir sin dedicat· un elogio al maestro Sah' at y otro al Sr. Iba.rgurcn por la.nrn.ncra como condujeron Ja orquesta, sin gro.ndes ensn.yos prévios. Su taren cr;\ dificil, porquo les obli– gnbn. á ser conductores do la masa, orquestal y á la vez á acompa– nar ni concertista de maner:i. que éste quedara. libre, taren de In cnn.l no todos salen t\irosos siempre, aun cuando el mismo concer– tista sea como Snrasatc, que no falrn. jaml1s í~ l1\ cuadrn.turn, ni tiene necesidad de hacer tmvesuras sobre el ritmo, porque no ue· cesita pn.rn conseguir éxito, efecto a,Jguno de fantasmagoria. • De otro periódico local son los coment:irios qnc tnmbién transcribo, referentes t. los t'tltimqs conciertos ele aquella séric, que dejó imperecedero recuerdo en el inteligente público b;1r– celonés. •Después de lo que dijímos de Snrnsato, al ocuparnos en su de– but, debe parecer que yn. no puede decirse nada más en su elogio; y, sin cmbn.rgo, en los conciertos d11dos por él en el Teatro Llrico <:I sábado por la noche y ayer por In. tarde, le vimos y le vió todo el mundo á. una alturn. mucho mayor que Ja, en que k admiramos el jueves. ¿Es que, en realidad, se presentó mfls sublime, rnAs per- fe cto? No Jo'creemoi. · Pnra nosotros son tantos y tan especiales los prodigios del in– comparable violinista nn.vn.rro, que no hay comprensión humnnn. e:1pa:r. de abnrcnrlos de una vez. Así es que,}\ cadn oucvn audición el público reconoce en él nuc,·os méritos, no porque no los hubio– rn. tenido anteriormente, sino porqnc ol mismo público, emhelcsa– do, casi estnsin.do con ot ros, no los hn.bin. observado.

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