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-245- E sted es.el efecto qne pl'Oducc Sarasatc: su genio musical es gran e, inmenso; sus dedos factt11·an mara,rillosas creacio· nes en el débil instrumento qne refleja 111s inspiraciones de su alma:de artista: eu coquetón concierto regula las dulzuras de la m¡\s poética concepción, y cnnndo cí. la snavidad del contor· no musical sucede el nrrcbato de una semblanza cruda por sus notas violentas, esa misma g randeza, esa su inmensidad, tras· torna el alma de los oyentes enardeciendo, juntamente con los espíritus, la sangrn que da vida al o•·ganismo. Cuando se le oye, c 1 1ando el alma en unción sensible aspi– ra los delicados acentos de su violín, el oyente no piensa, sus idel\.S quedan inertes; es el fenómeno sobi·cnnturnl el q1rn opel'a, es el metodismo servil que desaparece, es solo la enormidad la que puh1la, y la fuerza del sentimiento la í111ica qne impera. Sarasate vence la natui·aleza con Ja naturaleza misma. Cuando se le oye, se le admira; la admiración produce el vét'– tigo. Se siente· con Sarasa.te y se vive solo para su violín. Quien así produce; quien posee el reso1 1 te del corazón hu– mano y consigue hacerse dueño de él, merece no solo nuestra admiración; el entusiasino es poco; la veneración es solo justi– cia. Y, si á esa mara,·illa, si á los transportes que conduce su génio musical se une el clc.sinterés, la. complacencia prestada poi· Sarasate á nuestros deseos, cediendo ¡\ venir á Zaragoza para reniJ.ir tributo al Centenario de los Sitios, g ratuitamente, solo por amor á esta Ciudad, la admiración experimenta.da , el vél'tigo sentido, arrancan de entre los p1·opios entusiasmos, lá– grimas de gratitud y acentos de verdadera de,·oción. Que de extraño tiene pues, que el Excmo. Ayuntamiento ele Zaragoza haya recibido á Don Pablo S:\l'asate con todos los honores que le son merecidos, y que eu r eciprocidad {1 sus delicadas atenciones y desprendimiento, quiera ofrecerle la Me– dalla de la Ciudad? Sí, Sr'. Sarasate. L a CorporaciónmunicipRl estima en cuan– t9 valen las mercedes que nos haceis. Interpreta el deseo de los zaragozanos ofreciéndoos la eon· decoración municipal, y yo como Alcalde ele la Ciudad y co · ruo Presidente de la Comisión Ejecutiva del Centenario de nne~tros Sitios, impongo, con vuestra vénia, en ese noble pe· cho que alberga corazón de artista, la Medalla que simboliza. todas nuestras grandezas, nuestras vi1·tudes y nuestl'o valo1· l~gendario. Soy vuestro a~mimdor y os rind_o legítimo tributo. Toda-

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