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-24*- y flores, Sarasate se vió obligado á. tocar el Nocturno de Chopin y y \'nrios números espanotcs, acompnnado al piano por el sellor Goldschmidt. La. fiesta de ayer tarde constituyó todo un acontecimiento ar– tislico, del cual Zaragoza puede enorgullecerse justamente.• 6aríos; % s;pejo. Atendiendo al delicado estado de salud en que Don P11blo se hallaba por aqu<:llos dfas, el Municipio ele Zarngoz11, muy á su pesar, hnbo de renunciar á cic1t-0s ngnsajos en honor del sin pat· artist11, los cuales le hubieran originado molest.ins; nsí pues, y para reducir estas en lo posible, In.Corporación munici– pal obsequió á Sarasate con un banquete que se celebró en el mismo Hotel en que se albergaba el distinguido lrnésped. La nota snliente del suceso, sobre todas las que podrínn citarse, y la únicl\ que voy á traer á mis cuartillas, porque obscurece á las demás, fué el brindis poético y elocuente, pa– triótico y entusinsta, que pronunció el Alcalde Don Antonio F letu, cuyas palnbras llegnron al alma 1.lcl ag<1sl1jado, y pro– dujeron calm·osos y un{mimes encomios de todos los comen– sales . Durante ese brir.dis, el propio Alcalde de la ciudad in· victa impuso al generoso artista la Medalla de los Sitios, hon– ro~o distintivo que figurará muy digMmente en el 1\[useo Sn– rasate, ni cual fné clonado en vi<la poi· el pl'Opio condecorado. He aquí el preciosísiruo discurso: "Señores: E n este acto hermoso, el más placentel'O sentimiento anida. en nuestros corazones: Ja misml\ idea brota de nuestros cere– bros, y las almas, semet.idas á. impulso mágico, emuladas por sincera admiración, trascienden efluvios de tierna simpatía, que nos h:\cen romper en 11plauso frenético, la síntesis -de todo nuestro ardoroso entusiasmo. Ante lo grnnde, ante lo inmenso, la reflexión desaparece; la voluntad cede su imperio, y el cuerpo humano sintiendo brntnlmente la fuerza. elástica de su organismo, no percibe más vida. qne la del corazón 1 ni más egoísmo que el de su cx– pontáneo placer. Y es, que dentro de la limitación humana ajustada por ra– zón de órclen natural ni metodismo corriente de la vida, )ne maravillas que logran traspasarla, por lo mismo que son ma· nifcstaciones extraordinarias, tienen que producir fenómeno~ excepcionales también, sobre todo cu11ndo acometen brivsa· mente el órgano de la percepción sensual.
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