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abiertas y pausadas, en med io de la calle. Muchos paseantes se quedaban pregun tándose quien pudiera ser aquel seftor de la me– lena gris, rn.n extrnfio y divertido. Al fin llegamos á mm horchate– d a; Sarasnte quería tomar la clásica valenciana horchata de chu– fas. Los concurrentes advinieron la presencia del violinista, y el camarero peusó que aquel hombre tan melenudo tal, vez seria al– gún extranjero do importancia; y aún lo creyó más, cuando Sa1·a– sate dijo maquinalmente: ¡Gm·r¡ón! Pedimos el refresco, y el camarero preguntó solicito si queria– mos nutes (como es costumbre), t·omm· sendos chocolates, y al decir esto pronunciaba la ch lo más francesa que á él le parecia: - ¿Antes desenn ustedes un •SChocolate•? Y Sarasa.te, con templ<\ntlolo muy sério, con sus ojos de miope, é irnitá1:dole en Ja voz, contestó: - No: tráiganos •¡horscbata con bischcochos!• Y est,1s ninerias ernn lo tipico de su carácter ; porque, en aque– llos momentos de iutimida,d, tenla el ar tista la verdadera sencillez de un chiquillo. Así, por ~jemplo, estnba poseído por la mania de comprar todos los juguetes extravagantes que encontraba. Otro dla fuimos al cnfé, también cunnclo anochecía, Sarnsate, EDriqne Asenjo y yo. Stlrnsate quiso que aquella noche cenásemos fuera de casa, y como era preciso avisar 1\ Ja familia de Asenjo, el artistn. escribió á don Salustiano una cartt\ •en verso., alll en el café, entre broma y cignnillos que terminaba asi: •Si álguien nos quisiera. ver con un gran taco en la man.o, por esta le hago suber que estn.mos en los billares del 8iglo. Aunque digas Cucufute, qued:i tuyo Scwasate. • Lo cnal Je valió, si mal no recuerdo, nna de aquellas graciosas contestaciones en verso •de Yeras• y con divertidas caricaturas. que tan bien sabia hacer el inolvida.ble don Salnstiano. Esto me hace recordar un brindis del pintor una vez que ú. Sa– rnsnte le dieron un bo.nquete en una sociedad aristocráticn: fué una improvisación en verso, que acababa aludiendo á Ja melena del violinista: · •Por eso San Pedro se muere de ansia al ver que ¡un felpudo! es gloria de Espafia.• Ese aspecto familiar de Sarasa.te resulta poco conocido, y por eso he creido de interés exponerlo parn completar la silueta del artista. Siempre me acordaré de aquellas horas en casa de Asenjo, en donde á los momimtos sérios de música, sucedian los momentos de

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