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-227- nno de los profesionales más compet.entes de la localidad las apl'eciaciones siguientes: ·Bajo la presión de su :wco, que nunca se acaba, brotan las notas como perlas, ya con severidad austera, ont alegres y reto– zonas, multiplicándose en caprichoso conjunto, pero siempre igua– les y clarisimas. • Los amigos q ue en Valencia contaba Don Pablo, han ren– dido un tributo ni artista eminentísimo, consagrándole unas interesantes columnas en la prensa local 1 bajo el título de - --- --1:;:-· - ---- I Las peque!ias anécdotas forman el complemento de un conoci– miento personal, y afiaden 11i • toucbe• defi nitiva, tan necesaria , á veces, parn d11r una impresión completa de lo verdadero. · La muerte deSarnsate me tme recuerdos de cirn.udo él estuvo en Valencia, recuerdos persona.les que escribo ahora por si acaso pue– den tener algún interés Y es que en Valencia potliii esliu Sarasate de modo tan intimo y expansivo, como acaso en parte a lguna le fué posible. En nues– tm eiudad vivl:i un awigo íntimo de Sarasate, un navarro á quien ya todos consideraban como valenciano, un artista, cuya memoria en todos despierta gratas recordaciones. Este art!sta era el inolvi– dable D. Salustiano Asc11jo, director que fué de nuestra Escuela de Pintura. Cua.ndo el 1riol inista y el pintor se juntaban en casa de este último, nllí cm de revivir aiioranzas, afectos, y estai· de bro– ma, y verse libres de la prosáica vida externa. AsenJO, ¿quién no lo recuerda?, era un gran humorista y un gran romántico. Amigo del poeta í:oJTilla (la semblanza física de Jos dos ern asombrosa) y nmigo de los artistas de s n época, lL los vuelos rom:\11ticos, unía rnsgos ele agudo ingenio. Lo mismo pinta– ba un excelente retrato ó umi fina acuarela, que trazaba donosísi– mns carict1turns, ó hacin 1·ei·sos humorísticos no menos deliciosos. Samsatc era navarro y un poco miope; lo cual quiere decir que ern rese rvado y tímido ante personas extrailas. Si ú esto se niiade los puntos de ironisra que tenía, se compren– derá que muchos le tuviesen por un altanero. As!, pues, era entre los suyos, en casa ele Ja famil ia Asenjo, donde encontr.ibn, Siu ·ns.üe , cuando venhi á Valencia, la expontl1- nea libertad que anbeltrn cuantos van por el mundo. Esa nota de a ltanel'ia de Sarasate, cier tamente, no era en cnsa de Asenjo don– de nadie podría haberla sospechado. Recuerdo que en uno tle Jos concienos dados en el Teatro Prjn– cipal, estáb~imos los amigos en el cmirto del arLista. Alli entraban admiradores y curiosos á decir cada cual sus frases, y no cesaba

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