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-213·- to de redncidas dimensiones, por c nya, causa hicieron un cír– culo recostados en la pared. Cuand.o Sarasate, extrnihulo, iba á preguntar la causa de aquel homenaje, penetró su también amigo el introductor de embajadores Sr. Conde de Morfi, seguido de un chambelán que era portador de una caja. El conde de Morfi, comenzó su peroración con el nuevo tratamiento de "Exceleutí1Simo señor.,, •A pesar de la sor presr. que el t1·atamiento produjo á Don Pa– blo, el diplomático dijo: .s. i\f. la Reino. Rege11te ha tenido á bien concederle In Gran Crnz de Isabel la Católicn, puesto que hasta ahora, era. V. E. Caballero Comendador. En nombre pues de S. hl., vengo A saludar al C1\ballero Gran Cruz, á hacerlo eutrega de h\s i11signias y á imponP.rsclas perso- 11almentc.• De no haberse encontrado la Corte en lu to rignroso, S. M. le habrfo. hecho la imposición, pero foé por todos los pre:;eutes y por el público, muy celebrada la oportunidad con que S. M. la Heina Regente concedía la merced al distinguido espaílol asombro del mundo entero. Trascendió á la sala del concierto inmediatamente lo acae– cido entre bastidores, y en el acto la distinguida concurrencia pidió con ri1idosas aclamaciones la presentación del artista in – comparable en el palco escénico, obtenida la cnal se dispensó á D. Pablo la ovación más duradera, entusiasta y formidable ele aquella y de otras temporadas, con vivas atronadores al a.graciado y á S. M. la Reina, por su delicado tacto y por la oportunísima iniciativa evidenciada, coincidiendo á maravilla con el general sentir y con la impresión dominante entre los aficionados y profesionales. El conde de Morfi obsequió aqnel mismo día á Sarasate con una preciosa pieza. de cerámica, procedent.e de la fábri ca de la Moncloa;· este objeto figurará en el Museo qne ha de lle– var el -nombre del incomparable artista, en la. ciudad nativa. Prosigue ahora el cronista de "La Iberia:,, •La orquesta interpretó perfer:tiimcnte, por dos veces, siendo muy aplaudida, el sencillo pero agradabilisimo minuetto de Bol- 7.oni. El canto del rniseiio1·, un delicacadisimo capricho, una verdade– ra filigrana p1wa violín, con acompafiamiento de orquesta, com– posición de Sarasate, fué ejecutado por éste y repetido con inte– rrupciones de grandes aplausos. Unánimemente aclamado fué el gran violinista y notfl.ble com– positor. Para complacer al entusiasmado público, tuvo que tocar unas preciosas variaciones sobre Habanems, y terminó, ya rendi-
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