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-186- Et público, que le saludó al aparecer en escena, con una formidable salva de aplausos, no cesó un momemo en toda la noche de vito. rearle frenéticamente, y A la conclusión, después de interminn.blcs llamadas y repeticiones iusistentemente soli<:itndns, esto.lió más vigoroso su entusiasmo en un adios que debió comuover al insigne artista, por muy acostumbrado que se baile i\ triunfal' de sus pú– blicos. La victoria fné extensiva. igualmente li. la eminente pianista y admirable colaboradora Mdme. Berta Marx, lo mismo que también el maestro Otto Goldschmidt, digno acompnftante del celebérrimo Sarasate. i> Y para terminar, de otro diario madrileño, transcribo las líneas sig uientes: •lnteresantlsimas son sin duda las noticias que tas prensas ita. liana y austriaca han suministrado n.cerca de hi última campana por ambos países. Dedúcese de ellas con clarividencia, que Sara– sa.te se encuentra. mi la plenitud de sus inexplicables facultades ar– tlsticas, pues et giro do fines del pasado ano por Alemania, el de Diciembre por Bélgica y el actual que empezó por Suiza y conti· núa por Italia, patria del gran Paganini, ha dado lugai· para que en todas partes !ns ovaciones hayan alcanzado el llrnitl'.I máximo del entusiasmo, y en todas las naciones el nombre de nuestro ilus· tre paisano se hi\y:i pronunciado con mayor asombro que antos, Jlamándosele co11 unanimidad y sin regateos •El.Rey del violfn .. Basta lo dicho parn corroborar que la última campaña de Sarnsate, la de 1907-1908, ha sido, sino la más brillante, tanto éomo la que más lo fue1·e, de las inenarrables de aquel artista temido, respetado y admirado por sus colegas, agasajado poi· todos los soberanos, y aclamado por todos los públicos. SLTIZ.A.. - --·O·--- · La Confederación helvética, la imponderable Suiza, si pe· queua por su territorial extensión, grnnde por las artes y las ciencias, por su industria y comercio, y bella cual ningunaotrn nación de E uropa, ha sido visitada por Sarasa.te innumerables veces y eu toda época del aílo, desde 1867 hasta el último de nquella. preciosa vida extinguida en el verano último. Bien es verdad que además de aquellos atractivos, fa situa– ción de esa pequeña república, en el centro de Europa; las muchas poblaciones impot'tautes con que cuenta; las muchísi· mas rías de comunicación que la surcan; el floreciente estado económico de todas sus clases sociales; y el ser paso, digámos· lo así, obligado entre las cuatro naciones que la rodean, brin-

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