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--181- concertista espai"íol tenfa á lfl. música italiana; lejos de ello, sa– turados los auditorios de las obras clásicas que, bajo pron-ra– ma, ejecutaba Sa.rnsate, al pedirle nuevos trabajos, prefe~ían músiea españo1a, de la cual nunca queda.han hartos, aunqne siempre deleitados. En un periódico de Roma-"La Tribuna,,-se ha relatado recientemente- un hecho cul'iosísimo, que también me parece oportuno t.rascl'ibir á este libro, aunque sin pode1· pl'ecisn.r la época á que se refiere: •A Roma. vino el invencible espaflol muchas veces; y muchos recuerdan la. impresión de verdadero estupor que produjo cuando se presentó por primera vez iL nuestro público. 'l'ocó el genial con– cierto de Mendelssohn ... .. Los mejores músicos de Roma considera– ron grandísimo honor el de formar parte de la orquesta que debla l\Compaflar t\ Sarasate; y acaeció entonces un hecho, que demues– tra cuán grande era el poder dominador del mngnffico artista. Al llegará cierto punto, el concertista advirtió que se había. quedado solo; la atención de los eminentes músicos que acompaiiaban á Sa– rnsate babia sido poco á poco tnn fuertemente atralda., absorbida: enteramente por el sonido ml\gico de aquel violln incomparable, que habían acabado todos por olvidarse de los papeles que tenfan delante sobre lqs atriles, paro. no perder ni una sola arcada, ni una sola nota..... Abora- termin:t La '.L'ribw1a- calla para siempre su stradiva– rius; y la. voz que tan profundamente nos conmovió ¡ya no es mAs que un recuerdo!• El año 1901 foé también memorable para Italia, porque en Diciembre de aquel año realizó por allá otra tournée, sino tan larga como la de 1882, tampoco digna do prete1-ición¡ al– canzó ésta á la Capital y á la región septentl'ional; los clási– cos alemanes ocuparon preferentemente los programas, y á luego los más calurosos elogios, las columnas de la prensa. Una particularidad observo, sin embargo, al coordina,r los apuntes que con referencia á la Península italiana había reu– nido; y consiste en que ni una sola condecoración de ese país figura en la lista de las oficiales que casi todas las Naciones europeas otorgaron al ilustre trovador del violín, ni en la pren– sa ojeada encuentro dato alguno sobre el particular, más que el título apuntado pocas páginas atrás. Constituyen fechas memorables de la expedición de 1902, la del 3 de Diciembre por un soberbio concierto celebrado en el teatro de la Scala de Milán; el 6 y 7 dos en Florencia; el 9 nno en Venecia; el 11 y 12 otros do~ en Milán; el 14 uno en Bolonia¡ el 15 y 16 dos en Roma; el 17 y 18 dos en Nápoles; el 20 otro en Florencia; y el 22 y 23 dos en 'rurín.
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