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-179- fué para él un talismán que siempre llevt\ba consigo en un bolsillo del thaleco, añadiendo, quien lo refiere, quo coo suma frecuencia. introducía la. mano para tocar el dol!n do Paganini, ya que en aquel instante !}O tocaba el suyo> NRda más nat.ural que dar crédito á esa noticia, la cual se– ría una leyenda desde la primera línea hasta la última, si res– taseruos lo de ta miniatura que Sarasate lleYaba constantemente en su compañía, pero no n:galada por el l\Iunicipio genovés, como puede verse en el capítulo "Los violines de Sarasate,, que fignra en este libro. Sarnsate no ha tocado el violín de Paganioi, ni ha querido tomarlo en SL1s manos; y lo que es más notable é igualmente cierto, se ha muerto sin ver el auténtico violín de Paganini, hasta tal punto que para marchar á ve1fo su criado, el simpá– tico y leal Charles Gonin, necesitó especial permiso de Don Pablo. La razón de ello no puede ser más atendible: sabía el vio– linista incomparable que el Municipio genovés se complacía facilitando á cuantos gustaban de ello, el tocar aquella reliquia y le constaba que cuantas ruedianías violinísticas pasaron por In pátria del descubridor de las Américas, la hacían sonar parn. convertir esa deferencia, en un gran reclamo que, halagando el nmor propio de los genoveses, garantizaba á aquellas la tole– rancia de estos. (a) Y como Sarasatc jamás, ni por excepción apeló al reclamo y gustaba de presentarse á los públicos todos, sin más oferta que el programa, del cual siempre se excedía, de aquí que pa– ra evitar el incnrrir en la pedantel'Ín. de los demás se impuso la pl'ivaci6n indicada, no sin cierta contrariedad de su pnrte. De esta suerte, aunque de Don Pablo nunca pudieron con verdnd decir los genoYeses que habfil. tomado en sus manos aquel venerando recuerdo, podía el artista incoruparable blaso– na1· de que cuantas veces le escucharon en la rica ciudad ita– liana. . . . . . . . le tributaron ovaciones calurosas y expon– iá'lleas, debidas única y exclusivamente á sus evidentes y sin– gulores merecimientos, jamás á la adulación ni al reclamo. De su campaí'ía de 1882 en Italia hablaba Don Pablo con (A) Seria muy oportuno, e.o tni hurñUJe opinión, que el Ayuntamiento de Pamplona, to– manllo baena·oota de lo que 1ucedc con el pi•no de Beethoveo y con el v'iolin de Paganini, di:... tuedude el momento ea que definitiv:lmente se instale el atuseo Saraaate, Ja mis terminante pNl11bki6n de que sean movidos, y mu.rbo mtDO$ vuelvan ' tonar los do1 ""ioUou:, predad11 reliquia1 que á ao puebh, natal ha legado el invencible arthta, 11ombro de la..s generaclonea contemportnea.s, en testimonio del respeto que á lo.! 1obrevlwieott.1 debe inspirar el coloao vlo· liniata honra de sn pátria; con lo cu.il , por otra parte, se pr•at"ria elocuente a$enlimlento l Ir. correctísima actitud q,ue Saraut• tuvo par!\ el violín del renombrado genovés . Rtliquiu tan venet·ablea tan eolo deben estar en manos del que tau digo.amente aupo mlnt– jarlas.

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