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-lU- ponerse á todos los públicos germanos, los que tal vez poi· nna exageración de propio amor ó exceso de patriotismo, creyeron algún tiempo que como en maestros compositores era suya la hegemonía, había de serlo tan1bié11 In interpretación violi11ística. Mny largo es ya el presente capítulo: otros runchos me re– claman; ciérrolo pues con un solo juicio crítico, traducido ele "La llust1"0ció11 l 119lesa,, del 26 Septiembre tlltimo: •Con la muerte de Sarasa.to, el cé!ebro violinista, el mundo ha perdido uno de los pocos que bab¡endo empezado como nifio .pro– digio hayan alcanzado á a lgo grande después, porque Sarnsnto fué uno de los mejores músicos de s u edn.d, ysu conocimiento de la técnica no ha sido quizas nunca sobrepujado. Llegó á ser célebre á la edad de diez alios, y desde esa eda.d enadelaute,tuvo rendidos todos los amantes do la música á sus piés. Su primera aparición en I nglaterrn filé en 1861. y desde enton– ces fué muy aficionado A este pals, visitándolo de tiempo tn tiem– po; y sin embargo nunca aprendió á hablar ing'és propiamente. Formó muchas amistades aqul: el duque de Etlimburgo cocó a.me – nudo con él en familia y tuvo otro g ran am igo e n Sir Arthur Sulli– van . Su personalidad, como la mayor parte de In de los músicos, fué alguna vez excéntrica y tuvo muchas excrafias a.venturas durante el curso de su carrera.•. D el duelo universal que en Inglatel'l'n produjo el falleri– miento de Sarasate dió una pálida ideal el s iguiente telégrnrua transmitido á uno de los diarios de la Üol'te p or su correspon– sal en L ondres; INGLATERRA Y SARASATE: Lond1·es 22 Septiembre 1908. • A la vez que breves resefias biográficas, todos los diarios de de Londres, sin una sola excepción, publican columnas enteras de– tallando !<(gloriosa carrera a r tística. de Sarnsate, declarando que su muerte es una pérdida irreparable, no sólo para Espana, sino para la. humanidad, puci; con el ilustre n1warro des1\parece el ar– tista mas genial que ha. tenido el mundo desde que dejó de existir Paganiní. Es muy proba ble que en este pais, qno ttin bien sabe glorifica1· á los genios, así nacionales como exlrai1jeros, se organice en ho– nor de Sara.sate-una solemnidad necrológica tan imponen te como la histór ica. recepción que organizaron los ingleses en honor de Liszt en la Grosvenor-Gallery en 1886. Por cierto que Sarasate te– nla que ser la figura principal de aquella brillante manifestación arllstica. Pero la invitación llegó demasiado tarde, y el insig~e violinista envió desde Madrid el telegrama siguiente á los organi– zadores: •Siento en el alma que me sea imposible acudirá. tiempo para
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