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-170- repctidarnente gozados por públicos de todo el mundo que se deleitaron escuchando á Don Pablo aquella ideal composición (su obra 29) Canto del rni:seiior, una de lai;; más bella§, inspirn– das y maravillosas que han brotado de su pri\·ilegiado talento: •A Ja série de cuatro conciertos, del Sr. Sarasi\t.e, el primero de los cuales se verificó la tarde del Sábado en St. James s' Hall acude numeroso público atraído por la perfecta combinación de una magnifica orquesta bajo la di1·ección de Mr. W. :J. Cusins, y por los brillantes solos ejecutados por el emineo te violinista, en cuyo honor se dan estos interesantes conciertos. De todos los grandes violinistas de hoy, que son numerosos, no hay uno solo, que por el encanto de sus cualidades perso1~ales se ponga en 1·app01·t con el público más íntimamente que el distinguido ar tista á quien Espalhi ha dado cuna, Francia la educación técnica y Alemania los trn– b<tjos en los cuales ha perfeccionado su estilo. Muchos de los con– currentes al concier to del sábu.do creerán que la pieza mejor eje– cutad<t por el Sr. Sarasate fu é el Concierto de i\iax Bruch. Pero· interpretó con mayor (si cabe) delicada exoresión un Rondó ca– pi·ichoso de Saint- Saens; y el éxito más grande lo obtuvo con una composición propia, más ingeniosa que magistral, arreglada del «Song of the Nighti·ugale• (·Canto del Ruiseflor•) que es el título y el argumento de la pieza. Deleitaron en extremo á la concurren– cia las cadencias, los trinados y los sonidos melodiosos de esta pie– ;;a, en cuya ejecución hizo el senor tiarasatc verdaderos prodigios• Nuevamente en 1901 permaneció en el Reino Unido desde mediados de Mayo hasta mit.fl.d de Junio, donde colaborando Berta Marx, se celebró una buena série, tan brillante en satis · facciones como utilidades pant ambos artistas. Repitiéronse sus viajes á Inglaterra dos veces al año si– guiente, celebrando ocho conciertos en la primera expedición y diez y siete en la segunda. Asímismo en 1903 realizó tres veces análogas expedicio– nes, mer~ciendo citarse de los treinta conciertos, dos celebra– dos con Mdme. Berta Marx en Londres; uno en L eieester el 28 de Octubre, dos el 30 y 31 en füigt.hon y ocho más, sin colaboración, qne dieron lugar á los más ~alurosos elogios de la prensa y de los críticos. A fines del año 1904 surgieron nnevos ofrecimientos al eximio artista, con deslumbradoras remnneraciones para pasará América; annque desde el primer momento no fueron rechazados, acabó Don Pablo por decidirse á no sali1· ya más del viejo Continente, determinación en la cual no habrían pe– sado poco las reflexiones de su encariñado y fidelísimo Secre– tario, aún cuando sufriendo ambos gran contrariedad, por qne les constaba con evidencia, las vivfoimas ansias que de volver– le á oír imperaban al otro lado de los mares.

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