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-168- castizo escritor Sr. Ecballl'i en el mismo periódico;- y le con– ceptúo tan cnrioso que no resisto á la tentación de. perpetuar· lo en mi libro: •Antes de salir de la ciudnd m;\s grande del mundo, quisimos dar Ja mejor prueba de carino al más grande de los viQlinistus, del cual fué nota característica. el amor al pueblo que le \'ió nacer. Esa prneba consistía sencilltimeute en hacer celebrar y olr una misa en sufragio del a lma de St1rasate, ya. que no habíamos podi– do asistir á los solemnes funera.Jes celebrados en Pamploni\ el dia 27. Y, sin saberlo, fuimos precisamente á una iglei;ia donde más de una vez habla sonado el prodigioso \'iolin de Sarnsate. Fuimos el mismo dfa 27 por Ja. tai·de á la. iglesia que en Londres, junto A los jardines de Kensington tienen los RR. PP. Otwmelítns, entre los cuales tenfamos noticia de quo se hallaban algunos Padresespaflo– les: hablamos con of P. Domi ngo, de Durango, le expusimos nues– tro deseo de ofr una misa por el nlma de Sarnsnte y de que In cc– lebrarn, á ser posible, un Carmelita espaliol. El P. Domingo, al oír el nombre de Sarasate, de cuyn. muerte tenfa ya noticia, se conmovió y dijo: •Yo he conocido y he trntado mucho á Sarasi\te; ustedes no sabrán que el gran violinista tocó varias Yeces en nuestra iglesin., y varias veces tn.mbiéu ~a sentó i\ nuestrit mesa ú comer con los frailes. Recuerdo que una. de las ve– ces comió ac¡uf con el marqués de 011sa Laiglesin., en aquella sn– zón embajador de Espalla eti Londres, y que la últinrn, vez esto,·o con el maestro Arbós. Gnyarro también ::nntó en nuestra iglesia, pero yo no habfa venido aún 1\ est.i residencia.• ·~lucho nos alegramos-dijimos al P. Domingo-de haber venido, sin sn.ber nnda de lo que nsted nos cuc11la, ú este conven– to, para que uno de ustedes so e11e:1rgue de celobrlll" ht misn., usted mismo ú otro Pad re espafiol si fuera posible. • •El miércoles, como ustedes quieren - nos dijo-yo no podré celebrarla, pero la celebrnrA 1111 P•ldre naturnl de Galdácnno.• Hablamos después un rato acerca del ilustro lliwnno y el P. Carmelita nos dijo: · Recuerdo que en cierta ocnsión Je regalnmos unos escapularios y unas estampas.• •De las estampas nadaban dicho ó no recordamos hayan di– cho nada los periódicos; pero de los escapularios hemos leido en el DIARIO DE NAvARl1A que lleva siempre en la caja de los violines dos que le hablan dado en Londres uuos religiosos que el periódico no norobrn, los cuales dos son sin duda los mismos á que usted se refiere. Ya ve usted que Sarasa.te agradeció el obsequio y guarda,– ba el recuerdo en el puesto de honor , j unto á los objetos para. él, humanamente, mlls preciosos.• También recuerdo-dijo ol Padre Domingo - que en cier to. oco.– sión nos conto.bu cómo, yendo un di•\ con varios amigos ele San Se– bastiáu á Renteria en un coclw, estos amigos ibnn por el camino disparando cohetes que asustnban ú los cabnllos. Sarnsate, teme– roso de un accidente desgraciado, saLió de ese cocho y montó en otro que venia detrás, y AJos poc.os momentos volcaba. el primer coche y ocurrian varins desgracias. La Providencia le salvó A us-

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