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- 133- El segundo tiempo comienza por una marcha en la que·se destacan ámplios acordes de rica a rmonía; la melod[a, tercer tiempo, no me– rece comentario; pero fué tan bien cantada por el virtuoso, que uos hizo o!vidar Jo ligero ele Ji\ composición, asombrados ante Ja seguridad de Ja mano, Ja igu(l.Jdad y brillantez de aquellos trinos consecutivos y la maravillosa exactitud de las notas, aun las más agudas. Lu. frase Jánguidtt acompañada de los pizzicatos de la orquesta es de un lind<J efecto. El andante es una lnrga melodía que evoc(l. algún tanto el recuerdo de una elegía de Ernst, pero menos conci– sa y más repetida. Sarasate la ha dicho con una pureza de sonido y un prodigio de expresión inenarrables, encantadores. · El último número como el primero, es un movimiento perpétuo, con el que se combina unn. afortunada frase de los violoncellos; el prestigioso talento del vil'tuoso, ha dado <Í este número un alto re– lieve. No es solo pcr el vigor de su sonido por lo que se hace admirar Sarasate de sus públicos extasiados; sino aun' más por la pureza, limpidez y trasparencia de ese mismo son ido, que no se parece á. otro alguno, por lo que podrfanvis resumir nuestro juicio diciendo que el Stradivarius de Sara-sate en manos de su duefio, tiene una voz de oro.» El 2 de J nnio de 189 6 se celebraron las bodas de 01 1 0 1 el 50.° aniversario de la vida artíi;tica de Camilo Saint-Saeus. El concierto dado en París con tal motivo y en honor d'el genia– lísimo compositor, que en el género sinfónico merece lngar preeminente, originó la carta que á continuación transcribo: •!líi muy querido amigo: Una de las grandes glorias de mi ca– rrera. es la de haberte tenido como intérprete de mis obras. Grai cías, hoy también, por haber aportado á la festividad de ayer, el brillo deslumbrador de tu estilo, único en el mundo, y por haber servido de patrón á mi segunda y probablemente última Sonate. Tuyo, de todo mi corazón de amigo y de artista, Camilo Sai11t-Salins. • (a) Los dfas 14, 17, 21 y 24 de Mayo de 1898, celebró una série de sesiones musicales en la sala Erard, de París; véase algo de lo que los cronistas musicales esci·ibieron juzgando es– ta.s solemnidades: •Está ya lejana la época en que Pablo Sarasate á los 13 años ganó brillantemente el primer premio de este Conservatorio: de éxito en éxito alca.nzó una de las primeras plazas entre los violi• nistas del siglo XlX. Su cabellera abundante está hoy jabonada de nieve, pero los dedos gozan de plena agilidad; ¡qué cadencias!; Ja finura de su arco nada deja que desear, y Ja pureza de su sonido más bello que nunca; asi es que ha brillado como solista y como (a) Faciliuula por Mr. Goldschmidt.

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