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-182- (Con tinúa Ja cart!i planeando la toui·née por España para Ja primavera de aquel nnoj. Arbós marchó á Londres Jlanrndo por _Albeniz y contratado. . . . . . . . . . Un grande abrazo para Pablo, recuerdos á Mdme. Marx; y al amigo Otto, que vea cómo yo (aunque sea mal) escribo mucho y pronto. • José V. At·che. Entre las infinitas ovaciones que su "segunda patria, ha tri– butado á Sarasate, debe citarse la que ganó en la noche del Viernes Santo del aiio 1899, en uu concierto Sncl'Oque ttn·o lu– gar en París en el T catrn "Cfwleau el' Eau,,; con referencia á ese acontecimiento aseg ura. uno de sus biógrafos que Snrnsnte conservaba viva memoria de él, por la honda imprP.sión que le pro<lujeron las aclamnciones del público y los extraor– dinarios encomios que le dedicó la prensa de la capital cosmo– polita. "Le Guide .Mttsicale,, del 11 de febrero <le 1894 dió cuen– ta en los términos siguientes del concierto celebrado por Sara– sate en el Conservatorio de París el día anterior: •Otra vez vuelve Sarasa.te como siempre; coronado por Ell Dios éxito en sus recientes triunfales to1wnées. Otra vez vnelvc y dedi– ca al Conservatorio una velada, para evocar los recuerdos que conserva de su escuela de violín. De su maestro Allard pudo adquirir algo de esa elegancia que ·tanto cautiva y tan bien predispone o.I público en su favor; tnl vez también esa irreprochable técnica que indefectiblemente provoca la admiración unánime de todos sus nuditorios. Lo que nadie le ha ensenado, por ser en él innatas de:ide el primer momento, son : L º esa facilidad extraordinaria con que él se sobrepone á todas, absolutamente á todas las dificultades; y 2. 0 esa pe~uliar sencillez, esa completa ausencia de esfuerzos, tlpica suya, e11 cuya conse– cuencia no parece se1· el violin mas que una p3.rte de su orga– nismo. La Suite de Raff, no es ciertamente la obra inspirada del cono– cido compositor alemán, pero siendo poco olda, Sarasate ha queri– do darla á conocer al público del Conservatorio. Claro está que un violinista de su talla 110 puede parapetarse siempre detrás de los conciertos de Beetbovcn y de .M:endelssohn aun siendo obras maes– tras de primer órden; y aunque tiene otras varias obras de su do– minio en las de Lalo, Ma.x Brueb y Saint-Sal!ns, se las hemos oldo repetidamente; hubiéramos preferido oirle el concierto de Brabms que es belllsimo y poco conocido en Parls. En verdad, si la obra de Raff nos ha parecido inferior, ni artis– ta lo hemos bailado superior. En la primera parte de In Suite, es– pecie de movimiento perpétuo en que l:is notas vuelan n\pidas atropellándose, la ejecución, dificil en nito grado, ha sido para el artista de una sencillez increíble, y el auditorio quedó subyugado por aquel stacatto vertiginoso, obra ac.abada de su arco 1111\gico.

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