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-120- 0tto Goldschmidt y su distinguida esposa, la eminentísi·· roa pianista Mdme l\Jal'x acompañaron en toda esa tour11ée al portentoso artista, y las casas Erard y Beschthein se 4istribu– ycron amigablemente üi nclwne de proporcional' Jos pianos qne tocase la inspirada concertista en las naciones mencionadas. El día 6 de ]'ebrero de 1902 se encontl'aban en ·Alema– nia los tres artistas; y allá celebraron una fiesta que conme– morará un hecho notabilísimo: las bodas de plata de la amis– tad de Pablo y Otto, de su encuentro, de su unión y casi de su colaboración artística, que comenzó poco tiempo después de conocerse: jubileo memorable y que tan provechoso ha si– do para el unó, como para el otro. De los 15 conciertos á qnc se hace relaeión anteriormente se ocupó fa prensa; pern con especialidad se comentó otro ce– lebrado en las postrime1·ías del mes de Enero de 1902: véase un recorte de cierta publicación muy estim&ble: «Si sus cabellos han blanqueado, su virtuosidad incomparable ha rejuvenecido y agrandádos~, y Sara.sate será siempre el violi– nista fascinador, triunfan te de las dificultades más vertiginosas, con una sencillez y naturalidad tales que se creería que un d_isclpulo del Conservatorio podrla bacer otro tanto. Sus obras, de un color espafiol acentuadlsimo, producen siempre efecto y resultan origi– nales de ritmo y composición. En esta toun1ée por toda Holanda, Sarasa.te ha obtenido grandes éxitos y ha arrancado entusiastas ovaciones. Mdme Berta Marx, gran ph1nista y compañera de Sara– sa.te en esta campana, ha compartido los triunfos de aquel, como que es una de las más sobresalientes pianistas de nuestros dlas. • E l mismo año, al comenzat· la estación invemal compiwecc de nuevo en la capital belga, y aunque loi:; comentarios de es– ta nueva presentación po difieren sustancialmente de los trans– criptos, como prueba de unanimidad en las apreciaciones tra– duzco y traslado á estas páginas el siguiente juicio crítico: •El anuncio de esta. audición convocó cual siempre en la gran sala de la cual es ya familiar el admirado virtuoso, una.concurren– cia compacta que invadió todos Jos a.sientos y dispensó al artista tanto más deseado cuanto más oldo, una acogida cariñosa. Repetidamente hornos creldo que este colosal ejecutante habl!i tropezado ya con el punto más elevado posible á un sor humano; pero una vez más tenemos que reconocer que ha superado A uues– tras impresiones anteriores. Es maravilloso su dominio i:!el violin 1 y no menos maravillosa la aparente faciUdad con que se sobrepo– ne á las dificultades insuperables que ningún otro puede salvar, obteniendo los mismos efectos de limpidez, sentimiento, agilidad y perfección. Ningún idioma podrá expresar cumplidamente las sensaciones que en el oyente se proctucen; pero aún es más dificil formarse idea de la asombrosa fusión de las dos personalidades, compositor y

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