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- 114- Recientemente ha admirado la artista al mundo music'\l con una hazafia atre\ 1 ida; la presentación de todos los preludios y es– tudios de Chopln, arrebatando al auditorio. Mdme Berta :\Iarx-Gol– dschmidt parece que toca otro instrumento distinto del piano, pues junto A tal preponderancia de poesla, gracia en la pulsación y be– lleza. del sonido, resulta la mecánica relegada 1\l último Jugar.n Después de lo transcripto, resultaría p{11ido evocar el re– cue1·do de sus éxitos en Madrid con la Sociedad de conciertos, en. el Teatro del Príncipe Alfonso, i los cuales siguiernn los de Barcelona, Valencia, Coruña, San Sebastiáu, Pamplona y ·M~n~. . Su carrera, como la de Don Pablo, tan solo cuenta triunfos incesantes, jamás interrumpidos y contados por muchísi– mos centenares. Es un admirable talento musical; cuenta con estilo puro y elevado; reune gracia excepcional en el decfr y potencia de ejecución. El año 1907 obtuvo un triunfo seííaladísimo en Berlín, in– terpretando en una sola sesión musical los 24 estudios y los 24 preludios de Chopín. . No ha conocido las dificultades pianísticas; su · facilidad, sencillez y dominio son tales que las obras más arduas se convierten en claras y encantadoras parl\ sus auditorios. Saint-Saens dijo de ella: •es una amnzona intrépida, que ja más, por nada ni por nadie perderá los estribos: es como las hadas ºque cruzan danzando los bosques y malezas, sin sufrir el menor desgarre en sus ténues vestiduras del pálido color de la luna.• L a metafórica apreciación, forn111lndl\ por el insigne com– positor á luego de oír la ejecución poi· esta sin par artista, de su famoso concierto para piano, personaliza delicada y maravillo– samente á la admirable pianista que en su carrera noble y glo– I"iosa á través de toda la Enrnpa y do América, ha llevado al triunfo la E scuela francesa. Una de las campañas del pasado siglo, llevadas {i cabo por Sarasate en los P aíses Bajos, fué la qne tuvo lugar durante el mes de Diciembre de 1888, especialmente en Holandn, con la cooperación de Mdme. Berta Marx, dejándose oír en La Haya, Amsterdam, Rotterdaru, Haden y Utrech. Aunque ya para entonces era muy ventajosamente con9cido allí el eximio violinista., los profesionales declararon sin rebozo que anterior– mente Sarasa.te babfa llegado ni límite de lo humanamente po– sible; pero que, siendo verdad inconcusii su progreso en esa época con relación á las prccedeutes, se imponía el reconocer que el límite de las facultades humanas en el manejo de este

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