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Capítulo 4.º BÉLGICA Y HOLANDA. ermítame el lector complaciente, (que de tal se acredita, si al llegar á esta página no se siente fatigado) permítame -repito-- que seleccione muchísimo de lo que de Sarasate puede decirse al ir apuntando sus distintas presentaciones irregulares, en ca– da uno de los países que incesantemente visitaba, en especial los del antiguo Continente. No es posible en manera alguna descender, á tantos detalles como algún lector quisiera, cautivado desde el principio ante la figura artística de nuestro celebrado compatriota, universal– mente proclamado como astro de magna amplitud en el cielo del divino arte. Admítaseme por tanto, que estas cintas cinematóg1·áficas, presenten claros, saltos, intermitencias irremediables; y si he vuelto á insistir sobre ello, es porque las dos naciones gemelas Bélgica y Holanda, que son motivo de este ca.pítulo, fueron ele contínuo visitadas por el génio navano; y sin embargo, mi cró– nica á ellas relativa, no demuestra cumplidamente aquel hecho ni la popularidad alcanzada por Sarasate en dichos países, aun cuando para tales fines utilizo una revista musical belga

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