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--JO.J:- guiente para Varsovia, yo me quedé en Viena basta las tres de la tarde.• Hasta 1885 en que Berta Marx comc11zó á sel' la colabora– dora de Sarasate en las iottmées de éste, las Sociedades de con– ciertos, orquestas de ópera., fi\armóuic>\S etc, eran pié forzado para el insuperado violinista en la organización de sus audi- . ciones y si bien el Dr. Neitzel, Scltlozer, Kimmschel, Üdrde– lass y alg·un otro se prestaron gustosos en muchas ocasiones para acompañar á Sarasate en sus públicas sesiones musicales por todas las naciones, nunca permanecieron á su lado má:i que con carácter transitorio y accidental; el más aventajado tal vez, de ellos, el primero, no era de talla tan superior como ~a que correspondía para colaborar brillantemente con Sara– sate en el inmenso y dificil repertorio ele este ante todos los públicos de Europa, repertorio que únicamente en París, con Diemer y Saint-Sa~ns alcanzaba interpre:ación irreprochable; pero que e1·a imposible desarrollar fuera de la capital francesa por falta de aquella colaboración cada día más indispensable, resultando de este hecho, á juicio de Sarasa.te, empequeí'íecidn 1111 figura artística, circuu::seripto su campo de acción en cuan– to á programas, y limitada la posibilidad de compartcer en algunas capitales, donde no existían todos los elementos nece– sarios á aquel fin; pero ni el público ni la crítica llegaron á percatarse de ello, por la. sencilla razón de que todo cuanto -Sarasa.te ejecutaba, resultaba ennoblecido con su peculiar y genial interpretación, en términos que jamás ni un solo crítico llegó á censurar programa alguno de los anunciados por el genial violini·sta codiciado de todos los más fervorosos dile– ttantis• . Ello no obstante, forzoso es reconocer que Sarasate tuvo una felicísima inspiración al decidirse á asociar á sus concier– tos una artista de valimiento tan excepcional como la impondc- . rabie Bertha Marx . De esta suerte los programas revistieron un atractivo que no cabía ya superar, y aquellas inolvidables fiestas musicales obtuvieron rango é importancia tales que no cabía ya comparación con otro alguno de los que solistas y concertistas, solos ni combinados, pudieran ofrecer. Durante el año 1885, dedicó Sarasa.te buena parte del mes de Enero al impei·io austriaco: de aquella toiwnée que foé aún más victoriosa que las reseñadas, son memorables los concier– tos celebrados el 6, 8 y 10 en Praga, Viena y' Graz, respecti– vamente, con la valiosísima cooperación de la eminente Be1'ta Marx, que entonces comparecfa por vez primera ante el pú- º blico de Austria; así mismo merecen citarse por su importancia

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