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-103- el director, que es el único que está de pié y tocando el violin los dirige con movimie::.tos de cabeza ó de cuerpo, con vueltas ~ápí­ das, con algo inexplicable que brota eléctricamente de todo su in– dividuo. Jamás una vacilación en la multitud de calderones y pun– tos suspensivos que hay en un adagio de Czai·da; parece que hilo invisible une i\ los músicos, y allá van todos como máquina inteli– gente. Ejecutan con vida y arranque singular toda la música de baile, y desarrollan tal intensidad de s~mido que Jos catorce hacen el ruido de cuarenta. Después de tocar á petición nuestra, gran: número de piezas características húngaras, quisieron darnos una muestra de que también conocen el repertorio artlstico, y nos re– galaron una sinfonla de Ja Semframis con alamares y gorro de as– tracán, que máscara más graciosa nunca se ha visto. El clarinete en el alleg1·0 se dió á inventar contramotivos que Rossini uo habla soflado siquiera, pero sin salil'se de la tonalidad y con el instinto que la raza húngara tiene para. la improvisación. En el descanso pidieron por todas las mesas, excepto en la que se encontraba Sa– rasa.te , porque nunca piden A los art.istas, y esto como muestra de consideración y respeto. Sarasate les hizo servir de cenar, y ellos se hubieran estado tocando basta el alba. No he visto gente más dura para el trabajo.• Y volvamos á trasladaJ'IlOS á Viena, donde el día 23 del · mismo Noviembre se da otra audición á la que asiste también el Directo1' de la Sociedad de conciertos de Madrid, el cual nos refiere el suceso en los siguientes términos: •Por la noche dió concierto Sarasa.te en la Sala Rossendorfer, con el concurso de Door y una apreciable sell.orita cantante. ¿Qué tengo que decir? El violinista espaliol hizo de las suyas, y. no babia semblante indiferente ni manos en paz al concluirse cada trozo. En el cuarto de los artistas todo eran plegarias y peticiones de un tercer concierto :\. lo menos. Sa.rasate, conmovido, se defendió por el compromiso imprescindible de tener que irá Varsovia, don– de le esperaban el viernes. Tuvo que prometer formalmente que' volverla una vez concluida su expedición en Rusia, y solo á ~am­ bio de esta promesa se aquietaron los ánimos. La cena que siguió en el hotel, fué alegre y llena de expansión. Bello sexo escogido Je sirvió de adorno, pues los amigos de Sarasa.te constituidos en esta– do matrimonill.I, trajeron sus respectivas cónyuges, y hasta se bailó la mazurka para ponerse en situación de irá Varsovia. ¡Qué lástima dejar la hermosa. Viena tan pronto! Nos despedimos de los amigos con abrazvs y cambiando las tarjetas, no como los que van á romperse la crisma en desafio, sino como los que prometen competir en firmeza de n.fecto, y ninguno acertaba. con 111. última palabra de despedida, pues las unas se engiuzaban en las otras para prolonga1· aquel supremo momento. Por último, alguno echó mano al reloj y cantó la hora. •¡Jesús que tardel-dijeron todos, - y estos sefiores tienen que hacer sus preparativos de viaje. ¡Adiós, adiós! , Y nos dejaron solos, cariacontecidos y tristes. . Sarasate y Goldschmidt salieron á las once de la mafiana. si· .

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