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-92- Vió como esclavos á. los grandes reyes Que lo envidiaron su radiante trono! Yo lo escuché cuando llegó ti este suelo En que me cupo eu gloria haber nacido, Y cual trasuntos de Ja voz del cielo Sus notas aún resuenan er: mi oldo. Era en verdad, humana maravilla; Era de un genio su inmortal corona; Hizo que en Rusia amaran á Sevilla y que en Londres amaran á Pamplona. Tan sólo un frágil arco le acompafla Y al chocarlo en su caja de madera Logra que admire á la opulenta. Espana. Con devoción Ja humanidad entera. ¿Existe un pueblo á quien su voz no asombre? Del Parnaso del Arte fué un Apolo Y en plena.juventud vibró su nombre Como un himno triunfal de polo á polo. En cuiitro cuerdas encontró el tesoro De bollar laureles y ganarse palmas, Y entre la urdimbre de sus notas de oro Mago del genio, esclavizó á las almas. ¡Qué torrentes de mágica armonía! ¡Qué misteriosos ecos de ternura! Qué raudal invisible de poesla En tanta nota. celestial y pura! El sollozo que arrancan los pesares; El suspiro de un Intimo quebranto; Lt~ plegaria que nimba los altares; El ¡ay! que encierra Ja explosión del llanto. La confesión verbal de los amores: La austera. voz del órgano cristiano Y la expresión de todos Jos dolores Que son Ja herenciti del linage humano. :KJ tierno arrullo que al mecer Ja cuna La joven madre amante rumorea; El romper de las olas en la duna; El rumor de la garza que a.Jet.ea.. De morisca. región Ja alegre zambra; Del pueblo la t1·onante griterla, Y hasta el suspiro que en la hermosa Alhambra. Lanzó Boabdil al ausentarse un dla; Todo lo dijo; todo lo tradujo Este mago del arte en quien se entrafia El sacro fuego que engendró y produjo Todas las glorias con que brilla Espa!la.