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-91- de su violín sonoro; como un Dios que toca en lo infinito, como un aposto! de la lira, precedido por el fuego de Pentecostés, ar.uncia.– do por la aurora, sacudida por la sublime, por la divina. y celeste armoufa, arrobado en el altar del cielo, como pidiendo al relámpa– go su luz, al rayo su espada, á la brisa su arrullo, y á la armonla su infinita cadencia. Porrúa estuvo espléndido. No en vano la tri– buna espaflola se gloria de ser la primera en la historia del mundo. Porrúa hace de su tribunn. unacátedra; su palabra parece llevar fa luz de la ve1·dnd; su frase es a rmonio., su estilo es florido, y su discurso todo, refleja en cada periodo la donosura de su talento, el arrullo de su lirismo, la locura de su alma; como en esa noche en que ofrendó todas sus flores en homenaje al genio de su pueblo, al glorificador del violin que, supo levantarse un trono, allí en donde su arco levantaba bandadas de armonlas y milagros. Después de la Polo11esa Ber6ica do Chopln ejecutada al piano por D. José Villas, vimos que el maestro Peza, aparecía saludado por el aplauso, como en sus dlas de juventud en que las musas le llamaban el ruiscfior del pueblo. El maestro recitó sus versos y cuando vibraron en el 11.ire sus últimas estrofas, me pareció ver á Sarasate, sonriendo en el sepulcro, llorando las notas de su Playera semi-divina, y diciendo, en su lecho do dolor, con ~l arco mágico: ¡dadme el violin! ¡aún puedo! Y vi que el maestro de la lira se abrit– zalla con el maestro de la inspiración y que sus dos almas se ado– raban como en mejores días, y que el músico decla al poet.a ¡reci– tad'llle un venol y el poeta decla al músico 1m1t111ota, una sola, pa– m des]Jttés mo1·fr! y que en los aires volv la A vibrar "de nuevo la dormida arpa de tiión y lt\ rota lira de Virgilio, pam trasplantar bajo el cielo de Espafia, el árbol del genio, que' florece aún en las montanas de Grecia; y que Sarasato volvía á cantar la. gloria de su pueblo, con las alondras de su vara sagrada, y el pueblo espa– fioi saludaba al maestro con un ramo de rosas de Andalucla, como cuando consagraba ~n la Alhambra. al inmortal Zorrilla y bajo el cielo do Ja victor ia, coronadas por la. estrella del apoteosis, vol- vlan á sacudir el fi rmamento las águilas de Castelar... .... i. POESIA LEIDA EN LA VELADA DEL CENTRO VASCO CELEBRADA EN EL TEATRO PRINCIPAL DE MEXICO EL 27 DE OCTUBRE DE 1908. ¡Oh tierra de Navarra! en tus querellas. Vengo yo con mi canto A acompanarte; Nubla tu sol y enluta tus estrellas Ha muer to un hijo tuyo, rey del arte. Augusta madre de Gayarre y Eslava, ¿Cómo 110 darle á. tu dolor tributoV El mismo dardo que el pesar te clava Tiene A mi enfermo com zón, de luto. ¡Ha. muerto aquél que dominó las leyes Del idioma del ángel, y en su abono

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