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--90- insigne violinista navarro Pablo Sa.rasate, una. de las más legitimas glorias artísticas de Espafüi., después de dedicar solemnes honras fúnebres por el descanso de su alma, organizó una mngnlfic•• vela– da, en su honor, que se celebró anoche en el Teatro Principal, y que resultó una brillantlsima. fiesta de arte, digna de Ja memoria del ilustre des:tparecido que se trataba de honrar. El 'l'eatro Principal ofrecía el efecto de los grandes días, lleno de una concurrencia escogidisima y elegante. En palcos y Juuetas veíanse distinguidas y bellas damas y señoritas, luciendo, en gene– ral, trajes y galas negros ó rignrosamente blancos, conforme á la severidad del acto necrológico que se celebraba. Los caballeros lu– cían el correcto frac, resaltando el conjunto, á los reflejos de Ja es– pléndida iluminación de Ja sala. La sala hallábase completamente limpia de toda decoración que recargase las molduras y excesivos detalles arquitectónicos del teatro. En el escenario, el adorno, era también de sencillo gusto. A la izquierda fué colocada. Ja tribuna, y en la parte del foro, entre un grupo de plantas de salón, a1·tisticamente dispuestas, habla un hermoso retrato del gran artista navarro, hecho por D. Ado;fo Galindo, orlado con una an·;ha cinta con los colores de nuestra bandera y lazos de crespón negro. Al pié del retrato resaltaban dos coronas de flores artificia.les enviadas por el Casino Espai'lol y por el Centró Vasco. En el palco de honor estaba. presidiendo la fiesta el Excelentl– simo Sr. Ministro de Espafia, y los demás palcos y las lunetas es– taban totalmente llenos de a.uditorio selecto. La orquesta abrió Ja velada con la ober tura Oberón de Weber. . Luego apiiroció Rocnbruua para ejecuttir un Capricho Vasco de Sarasate. Roen.bruna estuvo á Ja altura. Es, en verdad, un artista. Su ejecución es espléndida. Las notas surgen de su violln crlstalí– nas, aéreas, como levantadas de la caJa milagrosa por una vara de oro.-Cuando ejecutó el Capi·icho, el público saludó al artista con un aplauso de júbilo, y entonces, nos hizo recordar al maestro con las armonlas de La Playera. Ví el retrato de Sarasa.te y me pareció que surgla del lienzo para arrancar con su arco de mago, 1011 besos que puso en el pentagrnma y las cristalinas vibraciones qne la inspiración derramó en su violln. El discurso del Excmo. Sr. D. José Porrúa fué brillante. Nos contó la biografía de Sarasate; nos refirió las victorias del vfrtuoso, nos llevó á Espana y vimos al violinista muerto, en su natal Pam– plona; nos contó muchos episodios de aquella vida ilustre, y cuan– do evocó al artista, después de glorificar al hombre, sentimos que el delirio subía á la mente del orador, lo vimos casi tro.nsfigurado en un arranque de lirismo, corrió por nuestras venas una ola de fuego y nuestro cuerpo y nuestra tilma y nuestro corazón se enlo– quecieron; al conjuro de Ja. cláusula, sentimos eS()¿\lofrío-como él lo sintió al oir por vez última una ejecución del maestro--vimos á Sarasa.te en el escenario, esclavizando á Ja gloria, enloqueciendo al auditorio, y desapareciendo, como por milagro entre visiones de luz y arcángeles de ensueño, y casi perdido, casi aislado, doman– do á la inspiración y encerrando In. alondra de su alma en la caja

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