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--80- cbes de luna. Son sartas de perlas orientales las que caen de sus delicados dedos. , Su ejecución es perfecta, su estilo irreprochable, su fraseo clá– sico y su mecanismo brillante. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Os hablaremos ahora de Ja tercera audición, que se verificó In. noche del jueves ante una concurrencia numerosa. Sarasiite y BElrtn. Marx tocaron como ellos saben hacerlo, la tercera Sonata de Saint-Saens que Cué aplaudida est1·epitosamente. El auditorio llamó l1 Jos intérpretes varias veces á la escena para ofrecerles 1111 tributo de su admiración, pidiéndoles la repetición de la pieza; entonces tuvimos el gusto de oir La fée el' amour, de Raff ejecutada por ellos con incomparable delicadeza. ¡Q.ué maravillas musicales brotaron del violín de Sarasate y cuántas bellezas armónicas respondieron á los blancos c;ledos de Berta Marx! Sarasate arrebn.tó al público interpretando la priment parte del Concierto de Beethoven, parn violín, con la cadencia de él, pieza muy difícil que el mago musical tocó á las mil maraviUas. Berta Marx se distinguió también en este número. Después de una tempestad ele aplausos y cuatro ó cinco llamadas H. la escena, el artista español ejecutó con incomparable brlo y elegancia, la liu– da l\fozurka de Zarzycki que Je valió otra ovación. Como última pieza tocó :;oberbiamento los .Aires Rusos, de Wit::– niawski. Oímos interpretar estos aires muchas veces por "SU autor, y os aseguramos que nos impresionaron más, oyéndolos ejecutar por Sarasate que tiene un encanto que no hemos encontrado en otro violinista. Se pidió la repetición de este número, entre ruidosas aclamaciones, apareciendo el intérprete cinco ó seis veces en el escenario con su violln en la mano, y accediendo á las súplicas del público, tocó una Jota. Navarra de su composición, la habanera de la zarzuela El ltomb1·e es débil, arreglada por él, y el Zapateado. El entusiasmo del auditorio llegó á su colmo, oyendo estas pie– zas ejecutadas cou encantadora gracia, y si hubiese podido alcan– zar sus deseos, Sarasate hubiera ejecutado jotas, tangos y zapa– t~ados hasta el amanecer.• Fué después de uno de estos acontecimientos, cu~ndo ocn– rrió el gt\Jtesco siguiente snceso: En las primeras horas de una noche encantadora, llegaba ,Sarasate á sn hotel, seg·uiclo de aclamadol'a multitud; acll.– baba de celebrar nn concierto, cuando se le acercó el directo1· de una murga, pidiendo sn venia para obsequiarle con unii. "espléndida serenata.,, Aún cuando la murga presentaba el _peor de los aspectos, como don Pablo se hallii.ba de muy excelente humor porque el concierto había sido un éxito loco y no sentía fatiga, en vez de entregar una propioeja y despedir á los murguistas, quiso gozar de las extrañas discordancias que las masas musicales

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