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-79- roos que vayáis á oirle, si no Jo conocéis todavía, pues no es posi– ble daros una idea justa de su inmenso talento y del encanto que ejerce sobre el público. Se cree que su madrina fué uua hada que regaló á Pablo Sara– sate un violín encanttido con que hechizarla al mundo entero, y apenas podía. tener et instrumento entre sus manos infantiles, bro– taron de sus cuerdas sonidos que conmovían á los oyentes. •Nosotras creemos que Sarasate es bijo de Apolo y Euterpe, que lo hicieron descender del Olimpo, diciéndole: •Ve; subyuga el universo con tu inspiración y propaga en la tierra. el más divi– no de todos los artes.• Ningún otro violinista ha podido impresionarnos como Sara– .sale. Su ejecución es maravillosa y no hay dificultad que no pueda vencer. Elegantlsimo el manejo del arco, y su cavata muy notable. Su violín canta, haciéndonos experimentar las más variadas emo– ciones: un andante llena nuestra alma de ternura; un alle{fl'O, ó aquellas brillantes variaciones, nos a.sombran. Algunas melodias nos dejan extasiad;\s, y cuando olmos aquellas jotas, aquellos aires espafloles, parécenos tener ante los ojos un hermoso cuadro de Go– ya con encantadora mezcla de mantillas, castafiuelas, ojos negros, formas voluptosas, flores y sol. Sarasate es eminentemente estético; mientras toca conserva una postura elegante y no se entrega A las contorsiones que nos han quitado la ilusión en otros violinistas; nos presenta el idealis– mo en la música. No podemos deciros cuáles son las piezas que toca mejor. Su clasicismo y extrMrdinaria facilidad nos deleitan al oirlo interpre– tar las sonn.tas de Beet.hoven, los conciertos de M'endelshon y las composiciones de Schubert; en las de Sain t Sa~ns, de Raff, de Chopin y de Wienhi.,vski, nos encanta su elegancia. En La danza dei folleti. de Bazzini, la mazurka de Zarzycki, admiramos su deli– cadeza y gracia, y al ejecutar las melodias de su patria, nos arre– bata con su brío y fuego. Sarasa.te conquistó al público y á. Tita11ia desde Ju. primera pieza que ejecutó en nuestro gran coliseo: Ja Sonata de Beethoven dedicada á Kreutzer, cuya linda frase principal ha apropiado Boito en su Mefistófeles, convirtiéndola en una romanza de tenor, siguien– do así el ejemplo del gran Moliere que decía Je 1mmcls inon bien ou je le ti-ouve. • Pablo Sarasa.te ha sabido despertar el entusiasmo de los mexi– canos, de quien es en este momento l' enfant gaté. Eugenio D' Albert ha impresionado también á. nuestro público,– que Je ovaciona cada vez que toca. Berta Marx presta á estos conciertos el encanto de su inspira– ción, belleza, gracia y elegancia. Es ur.a artista ideal que, sentada ante el piano, parece Ja diosa de la música. Si Ja manera de tocar de D' Alber t nos hace sollar en fron– dosos bosques, Ja de Berta Marx nos trae un perfume de violetas y nos lleva á mágicos vergeles en los que bailan las hadas en las no-

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