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-72- fines, una Reiua inolvidable hubo de empeñar ó malvender sus joyas para llevar allá nuestra leng·na, nuestra sangr!.l y nues· tra·Crnz¡ cnando á falta de guel'l'eros hubimos <le daL' como es– colta. al Genevés inmortal, la bez de nuestros presidios y m<iz– morras. Sí¡ entiendo, hoy como entonces, que AméL·ica nos ama, que sigue teniéndose por nuestra hermana á la qne debe el gérmen de su bienest!'lr y prosperidad, sus pueblos, sus ciu– dades, sus templos de justicia, del saber y de la religión, que canta y gime en nt~est1·0 idioma y que lleva en sus venas nues· tra sangre: y siendo así, ¿cómo no supo11e1· que un español, aunque no se llame Sarasate, ha de ser allí recibido con los brazos abiertos? Pero si ene español es de los que la Europa entera ha consag1·ado ya con !!ll general aph\llso, entusiasmo y admiración, la paL'tida está ganada de antcm~ino y el artista no va allá al palenque, uu comparece en torneo, no es discutible¡ va á recoger lauros, á conobornr personalmente que su glol'ia está bien cimentada y su fama consolidada¡ en una palabra, va á ser admirado, y aunque él agradezca la:i ovaciones que se le tributan, aquel pueblo agradece, no menos, el honol' que la visita representa. Y aunque esta visita comenz6 por la región septentrional, á la que menos lazos unen á España, no poL' ello el paseo de nuestro ilustre compatriota. fné menos triunfal por Bostón, .Nneva·-Yok, Filadelfia y Wnsingtou . Considera, lector mÍQ, que no es posible de todas esas solemnidades hacer crónica en este libro y resígnate á conocer la despedida de Sarasa.te del público de Nueva.-Yok, acontecimiento descrito en el periódico "Las Novedades,, del 15 de Enero de 1890: •Había anoche un lleno completo en el Metropolitan Opera Bou– se. El inmenso coliseo no hubiera. cómodamente podido contener mlls oyentes, Las localidades bajas llenas, los palcos todos ocupa– dos, el paro.lso de los dilettanti atesta.do. Sablase que iban ft. trabaj1u eu conjunción por última vez en Ja temporada, el violinista Sarnsu.te y el pianistt~ D' Albert. No era el ansia de olr á éste, que se ha prodigado en Nueva York, Jo que llevaba tanta gente al tean·o; ern evidentemente el deseo de olr por última vez A nuestro insigne compatriota, que tras de algunas semanas de ausencia. volvla. i\ esta ciudad á despedirse de los neo· yorquinos hasta la primavera. · La función de anoche, por parte de S1trasato, puede decirse que fué dedicada exclusivamente A Jos espafioles. Nuestra. música con– sumió todos sus números y todos sus encores. Para. empezar, ejecu– tó con una delicadeza y sentimiento extra.ordinarios y con una fa– cilidad sólo suya la Fantasía Expaf1ola que el maestro La.lo ha com– puesto expresamente para Sarasa.te. Consta la composición de cua– tro movimientos, de los cuales es difícil decir cuál de ellos r eslllta

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