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t ' a 'o unas carnes desnudas, una familia sin un es o;-nago v c: , casa ; y cuando no hay lágrimas, ni privaciones aflictivas , ni familias sin casa decen te, cuando todos tengan recursos suficientes de vida decorcsa, puede atesorar aquel a quien le scbran, y puEde permifüse satisfacciones supérfluas . El Ccctor de la Igles:a Santo Tcmis de Aquino (Sum . theol. 2-2 q. €6 ar!. 7) respecto de los propietarios, enseña que la división y repar to de las cosas, y la apropiación de b ienes E.xternos naturales, es de derecho positivo humano, y que la satisíacc:60 de la necesidad con los frutos y uti lidades de esos bienes, es de derecho natural y divino; y que el de– recho humane r.c deroga al derecho o ley divina. Y s:ica es ta conclusión: , De dende, las cosas que se pose:m superab undante– mente (satisfecha la nec esidad del poseedor) se deben al sus– tento del pobre ». Y el Doctor de la Igles ia San Ambrosio , el gran San Am– brosio, dice entre otras cosas: «el pan del hambriento es el que tu retienes; el vestido de los desnudos es el que tu al– macenas y su liberación es el dinero que tu entierras ». «No es menor crimen quitar al que tiene, que el que, abundando tú y pudiendo, lo niegues al que no tiene, sábelo pues, que asaltas lanlcs bienes, cuanto es lo que puedes dar y no dás». Y comentando e l mismo Doctor lo que dice el Evangelio ace rca del juicio final de la humanidad . hace notar que Jesús dice que rechazará cerno malditos para los eternos suplicios, no, preci samente , a los que violenta o fraudulentamente se apoderan de lo ajeno , sino a los que no dan de lo suyo a los hambrientos y a !os desnudos; y la sentencia definitiva tiene como resultandos el haber provis to a los necesi tados o el haben::e inhibido en su miseria, y como considerando el que lo que se dió e se negó a los pebres y desgraciados (a qui enes Jesús llamó sus hermanitos pequeños) se dió o se negó al mismo Cristo. En parecidos términos se expresan San Agustín, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo, y otros Santos Doctores al comen– tar ciertos pasajes evangélicos. En e l Deuteronomio (el quinto libro del Pentateuco de Moisés) se parle como más adelante consignaremos, de es te princip io: «r.o habrá absolutamente un menesteroso en tu tierra », y conforme a este criterio es la legislación social, de la que nos ocuparemos en su lugar, y que impone a los pro– ductores deberes de cooperación a la hartura de los pobres . 58

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