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y circunstancial, como operación quirúrgica a un cuerpo so– cial enfermo. Pero la misión del dictador , su deber y su gloria está en procurar, sinceramente, hacerse innecesario, educando al pueblo y capacitándolo para la vida civil normal. Entonces tendremos César sin cesarismo , así como se puede tener ce– sarismo sin césar de casco de acero y espada, como ocurre en el estatismo. Si la dictadura no procede así. sino que se pro longa demasiado, será con frecuencia, el anteceden te de la revolu– ción, reacción febril contra lo que podremos, ya, calificar de cesarismo (poder supremo sin límites y sin garan tía con tr~ los abusos, que se impone p~r la coacción ). C) Contra lo dicho puede objetarse: Es cierto que la voluntad, la mera voluntad de hombres que logran prevalecer no puede anular los derechos de ins – tituciones naturales. Pero poderes que surgen en defensa y represen tación de intereses de la patria o de la nación que son algo natural y bajo las cuales quedan comprendidos los municipios, pue – den imponerse a estos. Contestando a esta objeción: La divin ación de las abstracciones es la modalidad ac · tual del paganismo, cuyos ídolos son los poderes cesar is tas y estatistas. El culto de latría a la patria, a la nación, a la raza, pone como supremos a los intereses de la patria, de la nación y de la raza , intereses no subordinados a otros intereses y otrcs derechos. Mas como hay muchas pa trias y muchas na– ciones y muchas razas y cada una es un dios que existe por sí sin depender de algo externo, tienen que darse antagonismos e irreductibilidades, sin otra clave de paz que el utilitarismo y la conveniencia de no extremar la oposi– ción; conveniencia circunstancial y efímera, que obliga a vivir en recelo y a ingentes armamentos que consumen el jugo vital de los pueblos, por ausencia de fraternidad hu– mana. Lo abstracto como tal no existe; todo lo existente es individualidad y concreto, en lo que se realiza lo abstrac- 47

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