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En esos casos no se orga nizarán sin el permiso o «nihil obstat » de la autoridad epis copa l d iocesana , y propondrán un eclesiástico al Rvdmo. Prelado que sea el Consiliar io, que vigile en lo que afec ta a la pureza del dogma y de la moral; mas sin intervención en la administración y gobierno de la S. C. F., tendrá derecho a isistir a los actos colecti– vos. La S. C. F. se posee a sí misma . En la S. C. F. pueden ser admitidos los no católicos, pero, como es claro, no tendrán ca rgos de dirección; no se les exige ! :i.no que no hagan labor proselitista y perturba– dora . y que sean resp etu osos con los que les respetan; po– drá haber espec iales circunstanci as en las que la admisión de los no ca tólicos cons tituya un pe ligro; de eso, quien ha de juzgar es el Rvdmo. Sr. Obi sp o. Asimismo, en la as istenc ia a las familias necesitadas, no se tie'ne en cuenta el sector ¡x>lítico o social a que perte– nezcan , ni su religiosidad: estos no son motivos, no sola– mente para negarles acogimiento, sino ni para la prelación en la as istencia . Tengamos a la vista el ejemplo que, en es– to, nos dieron San Aoustín, Sém Ambrosio , Arzobispo de Milán y San Martín, Obispo de Tours.. El Santo Padre Pío XII, que, en estos críticos momen– tos que son caóticos. pero en los cuales se incuba el por– venir, riqe la Igle sia. no quiere que nos contentemos con bellos pr oyectos di scutidos en Congresos y Semanas socia– le s; demanda realidades concret as y tangibles, y su preocu– pación es la deplorable situación de las familias trabajado– ras que es, dice, el problema que se yergue en la encruci– jada de la hora presn te. Si la Institución S. C. T. (Solidaridad cristiana de fami– lias) no respo nd e a bs votos de Su Sant idad el Papa, si no acomete bten el prob lema de la necesidad, empalmado con los o!ros problemas en el Solidarismo democrático . ofréz– case otra Órcranización más aceptab le , mejor enfocada , que nos s:ique del ind ividualismo sin incurri r en colectivis mo; y pronto . porque no hay tiempo que perder: ve nqa otro siste– ma socia l con weiores orientac iones y más cristiano, y otras Irs tit1Jciones que Jo lleven a la vida. Pero mien tras no se proponga otra cosa mejor, no in– curraTTios en dilaciones e indec isiones , ni nos envolvamos f.'D la ,Aban,:¡ mcr tuoria del fatalismo , del pesimismo y de 1 <1 iriaclividad, e'1 nadie más inexcuaables que en los cató– licos. po rque sabemos a ue la renovación d~ los pueblo s y el establecimiento de la iusticia y de la paz ha de ser ob,a dd Espíri tu Santo; que Cristo vive, obra, padece y merece 270

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