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jer; hay que proteger al trabajador; y esto con una ayuda económica que supla todo lo que falta o lo compl emente, y para una subsistencia verdaderamente humana. Todos deben estar al abrigo de la comunidad solida– rizada que será la madre de los huérfanos; el padre de las doncellas pobres, como marido de las viudas, la protección del trabajador y su providencia, no con marcos rígidos y fríos como los de la ley, no sin adaptaciones a la realidad, no incompletamente, no descuidando aspectos que los po– deres públ icos descuidan. Son los ciudadanos particulares los que se redimen a sí mismos, sin esperarlo todo de los poderes públicos; es el pu eblo el que tiene que dar señales de vida, en iniciativas que podrán surgir débilmente, pero que poseen una in– trínseca vitalidad que harán convertir al grano de mostaza en arbusto en cuyas z:amas se posen las aves del cielo. E) CRITERIOS EN EL AUXIL IO ECONOMICO QUE SE ESTABLECEEN LA SOLIDARIDAD DE FAMILIAS (S. F.) Si ingresasen en la S. F. (Solidaridad de Familias) todas las familias de un municipio, la medida de las aportaciones de los que están en condiciones de aportar sus cuotas, sería la necesidad . Si la solidar idad se estableciese en la vida civil, ya he– mos visto en el texto quienes y en qué proporción han de aportar. Mas en el orden privado, han de aportar no solamente aq uellos a quie nes sobra después de cubiertas sus propias ne cesi dades, sino todos aquellos solidarizados que dispo– nen de recu rsos suficientes de subsistencia, sean ricos, sean de la clase media o sean trabajadores, porque estos con fre– cuencia o tienen sueldos o jornales que les dan suficiencia, o acumula n en el hogar varios jornales de familiares de s uerte qu e pued en permitirse satisfaciones supérfluas. Como veremos, las aportaciones que se establecen no pro ducen desequilibrios sensibles, son muy superables y, si implican algún sacrificio, este sacrificio tiene una com– pensación que constituye un aliciente eficacíslmo . . 262