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nas no ~asan de diez familias, aunque constituyen un solo ~yuntam 1ento co n otras, tienen cada una su Concejo, sus berras comunales y su propia administración; son en las que se h~ con servado la democracia en los diversos regímenes espanoles. Y ha y que admirar la firmeza con que defienden su competencia y sus derechos contra intervenciones de al– tos poderes. Que el pu eb lo llegue a tomar en sus manos la orde– nación social experimentando bienestar, y ya veremos có– mo se conduce y quien se la arranca. Y vamos a otra objeción: Es claro que el régimen solidarista ha de hallar resis· tencia y que ha de suscitar briosa oposición, y tal vez en los que más elevados motivos tienen para favorecerlo; mas, ¿qué ideario social no necesita vencer resistencias? Y el solidarismo tiene la ventaja de que, sin escandalosas expo – liaciones, sin perturbaciones ni víctimas, establece una or– denación social que acaba con los in justos desequilibrios. Los trab3.jado re s podrán persuadirse de la situación que se les crea en P-1 régimen; más favorable y segura no la tendrán en nincrún ot ro; los que de ellos sean católicos, no se ven en la alternativa de sumarse a partidos paganos o renunciar a un :1 vindicación recia de sus derechos. Indu– dablemente hemos de contar con la clase media. La única resistencia habrá de ser la de los grandes capitalistas que rnn una minoría, que por poderosa que ella sea , es minoría y necesita de la cooperación de los aue son mayoría. Las magnaE' empresas y los grandes capitalistas, deben p ersuadirse de aue las cosas no han de continuar así; en la facilidad que hoy se tiene de comunicaciones, han de sur– gir, al margen de los poderes públicos , otros nuevos pode– res los de los proletarios unidos, pues cada día han de f'educir los inte reses de clase más que los nacionales; no hay recursos eficaces de contener la evolución de la hu – manidad; las ide:1s no se apagan a cañonazos; y si no quie – ren evolución tendrán revolución y si no aceptan la reac– ción cristiana la tend rán pagana; si abusan de su situación. serán víctimas de sus abusos, pues cada uno recoge lo que siembra y la justicia demanda aue a cada uno se le mida con la medida con que mide. Lamentamos los excesos de las masas populares, pero véanse cuales han sido los abu– sos que han precedido a las revoluciones. Los afortunados no tienen perdón, si rep udian un régimen que respeta sus ~55

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