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APENDICE PRIMERO EN DEFENSA DEL REGIMEN SOLIDARISTA CONTRA POSIBLES ALEGATOS Al exponer, en diversas ocasiones, el ideario solidarista, no han faltado quienes han objetado replicando, que la soli– daridad que se establece en este régimen social, no responde a la condición de los hombres, los cuales son como son, y no como debieran ser; el Solidarismo no pasa de ser un idealismo utópico. Particularmente es utópica la democracia del régimen; el pueblo es insensato, un perpetuo menor de edad que ne– cesita tutores; y no ha faltado quien me ha dicho que el pueblo es malo, perverso, y que está justificada la disciplina cuartelera y el látigo. Sin llegar a ese derrotismo, algún amigo me ha dicho: conozco bien la vida municipal y sospecho que usted espera demasiado de los Municipios. Otros prevén irreductibles resistencias en los capitalis– tas y en los intereses creados, políticos y económicos. Y considero de necesidad el no cerrar el libro sin res– ponder a estas objeciones. Téngase en cuenta, ante todo, la finalidad de este libro; se trata de hallar y sistematizar un ideario social que sea de justicia y de paz. Para repudiar al régimen solidarista es necesario demos– trar que no es de justicia, que no es racional, que no res– ponde a lo que el hombre debe ser; se trata de deberes y derechos: un régimen . social de justicia y de paz, acomodado a la perversidad y a criminales egoísmos, es algo contradic– torio. Nadie tiene el deber de ser como no puede ser, y no hay uno por lo tanto que no pueda ser como debe ser. ¿Seria práctico y aceptable el proponer un ideario esen– cialmente regresivo? 251
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