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no es causa eficaz de los daños sino causa ocasional y Iio les son imputables; son imputables a los que hacen nece– saria y lícita la huelga por no ser justos , por no rectificar, por mantenerse en el monte Aventino. En el régimen solidarista, donde el trabajador posee personalidad y recursos contra la injusticia, la huelga es un crimen, es un atentado a la Comunidad y a la paz, a una Comunidad que acoge al trabajador con maternal solicitud; es un parricidio execrable, cuya mínima sanción es la pér– dida del derecho de vecindad en el Municipio y la imposi– bilidad de avecindarse en otro. Otro peligro de la democracia y de la justicia son las asociaciones, colegiaciones, gremios, sindicatos, e inteligen– cia de productores, industriales, comerciantes, capitalistas, trabajadores, profesionales y consumidores. Conste bien; no sólo no negamos el derecho de asocia– ción, sino que en e l ideario completo solidarista, vindicamos a las asociaciones contra los poderes públicos. Pero, cuando los fines y la actuación de las asociaciones afectan al orden social, el Solidarismo o no las tolera o im– pone restricciones que las hagan inofensivas . Las primeras víctimas de esas instituciones son los que o tienen que asociarse por fuerza, abdicando de su autono– mía , o tienen que soportar situaciones de excepción, de de svío, de aislamiento, de obstrucción y humillaciones. Víctimas es el pueblo y son los pueblos, porque se les imponen precios, calidades , condicionamientos molestos y perjudiciales de servicios, personal que no aceptarían, suel– dos onerosísimos; mientras que, si hay deficiencias en el servicio , si se cometen abusos, si lamentan incapacidades, si sufren abandonos, ni hallan justici a, ni remedio , ni recur– sos de apelar con eficacia (y si alguna vez la tienen vienen las represa lias), ni sanción de las faltas; porque se imponen a b comuni dad los intereses de los asociados o el espíritu mal entendido de clases; y la asociación defiende a sus so– cios y se muestra parcial, para hacerles sentir el provecho y las ventajas de una solidaridad que es el abrigo y pro– vecho de todos los socios; a su sombra prosperan los inca– pacitados; y nada digamos de los cacicatos, de los dirigen– tes poderosos ante los que sucumben los asociados insigni– ficantes . Y como estas instituciones, tiene cada una, todos los intereses y valores de un cierto orden; como esos servicios 246

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