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do muy en serio aquello que merece tomarse, y demos– trando, prácticamente, que el cambio de impresiones y de ideas no ha sido de mero formulismo. Así se intensifica la un ién moral de todos y se aprovecha la ocasión para ala– bar su conducta o para amonestaciones en tono paternal y respetuoso. Y una advertencia hay que hacer importantísima . El trabajador sea mecánico, técnico o de oficina ha de estar con dignidad; direcci ón no es dominación; subordi– nación no es servilismo; los jefes, capataces, etc . han de ordenar, no han de mandar; no ha de haber espíritu impe– rialista y de imposición y disciplina cuartelera o de cár– celes. Nadie es respetable sino es respetuoso, y esto deben saber los que están arriba y los que están abajo; ya expu– simos el concepto del trabajo humano. La eficacia de l orden no está en la forma dura y humillante de disponer, sino en la garantía que ofrece la ley y la organización solidarista con todos sus recursos. DE LOS ACCIDENTES DE TRABAJO Cuando ocurre una desgracia, si no ha sido por im– previsión y negligencia de la empresa, es racional que no sea ella la que responda de los gastos . El capital y la em– presa cubren sus riesgos y el trabajo debe cubrir los suyos. Por lo tanto , los gastos o el pago de primas a las com– pañías de seguros, debe gravitar sobre la parte que corres– ponde al trabajo en los beneficios de las empresas y debe deducirse de ellos. No lo hemos discutido antes por no invo lucrar y prevenir asuntos. Otra cosa será el que, según la prosperidad de la em– presa y la magnitud de la desgrac ia no se inhiba aquéllas en esto y proceda humana y caritativamente . PARA LOS PAISES DE GRAN DESARROLLO INDUSTRIAL En los países de gran desarrollo industrial y de muchas fábricas no hay especiales dificultades y embarazos para el régimen social solidarista. Téngase en cuenta que para la distribución de benefi- 202
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