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términos, ¿por qué razón los beneficios han de dist rib uirse no entre los c:lpitalislas y los trabaj ado res, sino entre el ca– p ital y el trabajo? Al fundamentar la ley de solidaridad en la parte prime– ra, d ijimos que esta solidarid ad se da e spontán eamente en la realida:l de la vida y en las dependencias mutuas, aun– que no sea formalment e pretendida ; es to ocurre en las ex– ¡:_otaciones y empre sas : a una fábrica, a una expl otac :ón agrícola, a un comercio, prívesele de todos los materiales y prod uctos que no son produc idos en esas emp res as sino de otra;;, y carecerá de medios de desenvolvimien to . Las explo – tac iones y empresas t:enen e ;itre sí. objetivamente, conecta– ciones y dependencias, constituyen::lo como un todo org á– nico , en e l qu e cada m;embro tiene su especial función y su propia prod ucc!Ón, crdenada, en s'., al too'o. a la prospe– rldad genera l y al funciona miento de la economía. Esta fábrica necesita carbó n, hierro, qu e otros trabajado– res han extra ído de 13. mina . A un trabaj ado r, por vicisitudes de la vida, le ha cabi do la mala suerte de trabajar, con tra– ba jo penoso, en una empresa pobre, pero de la que se surte o tra empresa prosperísima , ¿no es razón que le alcance es ta prospe ridad? Si los beneficios a repar tir son entre el capital y todos los trabajadores (varones y mujeres) que están en capacidad 1 1 ormal de trabajo (los que no lo están, ya gozan de los de– rechos de la necesi dad ). es claro que ha de haber par ale– lismo, y que , por lo tan to, el reparto ha de se r de los bene – ficios de todas las explotaciones , o sea, de la suma de benefic;os de toda s ellas , segú:i lo que a cada una le corres– ponda aportar al traba jo. No se establece para los capi talistas la solidaridad entre ello s mismos, que se establece para los traba jadores . Las re'ac'.cnes de los cap:talistas en e·l seno de la empresa y con los dueños, pueden ser diversísimas; esta solidaridad resta ría alicientes y los riesgos se cubrirían a costa y con perjuicio de la economía genera l; esa or denació n sería ernbarazosís i– ma y la ccalicié:i de dueñ os crearía un poder peligroso al mar~ en de la democracia . Mas ¿quiénes sen esos todos los trabaja dores y esas todas las emFesas? F>tos relacionam ·en tos a estos efectos, no deben ser en el Municipio. Hay muc ha di ferencia de prosperidad y acti– vidades en tre unos y otros Municipios; en las ciudades y en 192

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