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capitalis tas, que no han tenido la fortuna o el acier to de ce– locar bien su dinero, se hallan en grave penuria, porqt\e la baja de l interés del capital y la elevación del coste de la vida, los pene en situación de insuficiencia de recursos de vida; cuando no se tienen que deplorar funestas eq uivocaciones de comprometer el dinero en empresas ruinosas, o ruinosa – mente. En el mejor de les casos de seg uridad, v. gr. de va– lores del Estado, los intereses no van paralelos al coste de la vida . Estas contingencias van anejas al manejo de capitales, como las que van anejas a la agricultura, a la ganadería. a las indus trias y al come rcio; pero la desva loración y rendi– miento menor de un capital gue se acumu ló con esf uerzo. peseta por pese ta. cuando el dinero valía más y que es base de sustentación de men cr es, de mujeres que no pueden de – fenderse en la vida, de varones enfermos o ancianos. de Co– mun ida d es re ligiosas , de Instituciones cuyo ob jetivo no debe fracasar y fracasa, es una injusticia social; esos capitales, si no es tán en condicion es de seguridad y suficiencia de ren· dimientos, hallan acogida en el Banco de la Confederación. a un interés que va para lelo a l coste de la vida. La otra finalidad del Banco social es el apoyo económico a las empresas de poco volumen y a los traba jadores de ini– ciativas, haciend o valer el crédito, la solvencia moral, las fun– dadas esparanzas de éxito, la vitalidad radical de las empre– sas ; las exp lotaciones de limitados rec ursos, expuestas a ad– versas contingencias por causas accide ntales que no son imputables y que son remediables , tienen un respaldamiento en los organismos socia les. Ahora bien: el Banco social no se ha de ver obligado a vivir y a cumplir su mis ión socia l sin una base sólida, con recursos aleatorios y posi bles desequilibrios. Los establecimiento s bancarios, como todos los estable – cimientos o empresas lucrativas a base inmediata o mediata de la explotación de bienes productivos naturales, vienen obligados, como veremos, a dar participación en sus benefi– cios , y según el lugar que ocupen en la escala de prosperidad, al trabajo; a los trab3.jadores habitualmente adscri tos al ser – vicio de la empresa o establecimiento, y al trabajo como tal, o sea, a todos los trabajadores en el ámbi to en que, como veremos, se establece la solidaridad a es tos efectos . Prescindiendo de lo que les corresponde dar a sus tra– bajadores o empleados, la parte que se des tina al traba jo 163

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