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social, o de otro modo, se navega a la deriva y se consw11a el desorden. Alguna otra vez habremos de recordar aquel consejo de Sa 1 omón: «No seais demasiado justos ». La ley no puede ins– pirarse, para fijar la cuantía del in terés, en lo que ocurre en esta y en aquella empresa; la prosperidad y la eficacia del dinero es diversísima y las autoridades sociales han de mirar al p romedio y a las empresas cuya producció n media es más natural, más fácilme nte ponderable, v. gr., a las explotacio– nes agrícolas y a otras . No podemos ser demas iado justos nunca, si por justicia entendemos la constante y firme voluntad de hacer lo justo; pero podremos incurrir en exagerac ión , si buscamos justezi.1 matemática donde no cabe hallarla. Y aq uí lo importante es evita r la arbitrariedad y proceder con recta int ención. ponderando todo s los factores que deben tenerse en cuenta en- el asunto, sin abusos ni injustas prevalencias. Contra la doctrina expuesta , cabe objetar: Si abunda el dinero y hay ofer ta de capitales. ¿no es mejor que todos coloquen su capital a un interés más bajo que el decretado como interés social, que el que coloquen a ese interés, v. gr., la mitad de los cap italistas, quedando la otra mitad de ello s sin aplica ción y sin ganancia? A la co– le ctividad de capitalistas, o sea al capital, le es mejor que se coloque todo el capital; y a la prosperidad pública tamb ién. Respondo: Esta objeción pierde su valor. si se estudia la finalidad y el funcionamiento del Banco social de la Co nfederación, y a ese capítulo remitimos al lector. En el reparto de utilidades y beneficios de los estable– cimientos lucrat ivos y de las explotaciones, el mínimo que corresponde al capital comprometido con verdadera eficacia, es el interés social, si el reparto ha de tener normas de justicia; si los capitalista :::::e ccnte :-tan co n menos y la mar– cha de la emp resa no permite dar ese interés, allá ellos; pero precisamente para defender al modesto capitalista (que pue– de ser un menor o una mujer o un varón que no cuentan con otros recursos de subsistencia ), está el Banco de la Con– federación; es una injusticia reducir el interés del pequeño capital para que coloque su dinero el grande capitalista : és te, además , no pierde liber tad , porque el interés social es pa ra efectos sociales precisamente, como veremos. 159

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