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Así parece a primera vista y así ocurre con graves incon– venientes como secuela . Las ins talac iones , la tierra y cuanto comprende una ex– p lotac ión o establecimie nto, son un capital, el capital del due– ño de la emp resa, en la cual , tal ve z, compromete todav ía más dinero. Si para e l funcionamiento y ampliación de su empresa, recibe capitales a bajo interés , como los productos según suponemos, son vendidos a elevado precio , el capital del dueñ o obtien e fabulosas gananc ias , mientras que los capi – tale s que comp rome tieron el dinero en la empresa, reciben un exiguo inter és y pagan más caras las cosas que ne cesitan; sería no pequeño quebranto , e~ que no suba el inter és de esos capitales; pero es mayor el que baje. Y de todo ello resu ltan desequilibr ios que una ordenación social de justicia . tiene que repudiar. Vaya un ejemplo: Es corr iente , que las comu nidades religiosas de mujeres cuenten con pequeños capitales, con lo que cada una apo r tó como dote; y ha ocurrido que esas mujeres, por la baja del interés, han tenido que alimentarse de hierba y vegetales dest inados a las bestias. Ahora bien: veamos hasta dónde tienen razón los que justifican la baja de 1 interés por la abu ndanc ia del dinero. Si el dinero abu nda má s que antes, es razón para aue, valiendo más los producto s de las explo taciones , sea más sub 'do el interés, en general, del capital que en ellas se com– promete y emplea; replicando a lo que se alegaba de la abundante cosecha de trigo y de uva, adviértase que no hay par idad con lo que ocurre con la abundancia del dinero que podríamos llamar cosecha de dinero. La cosecha de dinero no se obtiene de enterrar o colo – car cien pese tas, para que de es as cien . bien re a adas y abonada s, naz can do scientas más; el trigo tiene en sí mismo y por su misma materia 1 :d ad . un,1 aptitud alimenticia y e l din ero en sí v en su materialidad ni se come ni se utiliza, sino, v. gr., ¡:::;r a hac er cJavos si es me tal, o para encender el fuego si es papel. El valo r del dinero está en la represen – tación que hemos convenido que tenga. La producción de una explotación o empresa no es d irectamente de dinero sino de cosa s utilizables para la vida; y esta p roducción no es menor porque haya más dinero en la misma. Si el capital rec ibe interés por su cooperación a la producció n de cosas, 157

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