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de remediarlo; es la hora de Dios y si ante todo buscamos el reino de Dios y su justicia, lo demás se nos dará, no como premio sino como de pitan za, o mintió el que es la Verdad positivamente absoluta. Por lo tanto; por elevado que sea el precio de las cosas necesarias todos deben estar en condiciones de adquirirlas; más si al margen de los precios que se ostentan al público, se vende algo fraudulentamente a precio mayor, a los que pueden soportarlo, todo llega a saberse cuando los vecinos están persuadidos de la rectitud de las autoridades y de la eficacia de las denuncias y del ejemplar sancionamiento . Si la escasez no es general sino de algunos pocos deter– minados productos, lo práctico es que desaparezcan los inter– mediarios; que las autoridades dispongan de lo que hay, distr ibuyéndolo entre los Municipios los cuales lo distribui– rán entre los vecinos, a precios que no impliquen ganancia o negocio de nadie. 153

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