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, I En otro pueb lo un vecino sufrió una adv ers idad que le sumió en absolu ta pobreza : el pueb lo vivía de la gana der ía: cada uno de los vecinos le regaló una oveja, y con esa res el infortunado llegó a tener pronto un mag n ífico rebaño . En otro Val!~, el Ayu n tamiento da un testimonio de po– breza y necesidad a los indigentes vecinos , los cuales pos– tulan, pero no hay convecino que se considere desobligado a socorrer: es parecido a lo que se es tablece en el Capítu – lo I de la Parte tercera: eso viene a ser en otra forma . Resid í por dos años en una aldea d e una s sesenta casas y en tre otras cosas me llamó la atención la que voy a re– ferir. Las casas o familias es tán organizadas en grupos de tres : cuando en una de ellas hay un enfermo grave, las otras dos, por turno, envían un varón mayor de edad, que se consti– tuye peren.riemenle, en el dintel ex terno de h1 h abi tación del e nfe rmo, para cualquier servicio de ir al médico e tc. : si el enfermo fallece le cava la sepultura y la cubre . Cuando tenemo s esa na tural solidar idad mu nicipa l, co– mo floración espontá nea de los pueblos, no solamen te para los casos de p ::>breza sino v. gr. para adqu isición de maqui– naria agríco la, como trilladoras ele . que se hace por el Con– se jo municipal con los vecinos y que se usa ordenadamen – te ¿a qué buscamos en lo ar tificioso, soluc iones deficiente s siempre, o muy defe ctibles? Lo más práctico es perfeccio– nar y acomodar a la actualidad, lo que el instinto humano señala . 125

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