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Pero si se trata de materias y productos necesarias y ne– cesarios para la vida y desenv olvimiento de los pueblos , y en los que unos países sobreabundan y de los que otros países carecen, nos hallamos con los supremos de rechos y ccn los sagrados fueros de la necesidad, porque Dios creó la fü,rra y los b ,enes exteriores natura '.es para satisfacción de la necesidad de todos los hombres: contra lo cual no preva– !ece la ley positivo-hum ;:na : f C tra ta del derecho natural y d:vino. Una nación podrá ser muy soberana, pero la nación en su realidad concreta, es les hombres, los ciudadanos asen– tados en un territorio que ellos no crearon, con una fecundi– dad del suelo que ellos no le dieron, con unas riquezas en el sub-suelo que ellos no depositaren en él y cometen una grave injusticia, si imp:den que eses bienes sirvan según sus destines y según la in:encién del que los creó. La comu nicación de esos bienes, la participación en ellos de otros pueblos que los neces itan , no debe quedar a merced de p3.ctos, de compra-ventas, de intercambios: todo eso es inconsistente, expuesto a litigios, lleno de peligros: ocasiona E::xigenclas excesivas, prevalencias injustas, servidumbres omir:osa5, apstencias de voracidad de naciones fuertes y de :::;cc :edades poderosas, intervenciones funes tas en la vida ín– tima de los pt:eblcs y en su régimen, provocación de parcia- 1:dades y guerras civiles, inva siones, encontronazos entre las grandes potencias. Los pactos y la libertad de comercio no resuelven el prob lema de la necesidad, no están despo sados con la jus – ticia, y aqu í se trata de justicia , que está en un plano superior a las convenc:ones de pueblo con pueblo: la nación que da esos productos s!n condici.onamiento que se le impongan, dispone de lo que no es suyo, porque no es para ella, pues– no lo necesita y es para el que lo necesita y en ese se ntido es suyo, e sea, del que lo necesita. Si una nación se ha constituído en un territorio amplí – simo que no lo c:upa sino en par te mínima, del que por lo tanto , no necesita, ¿con qué derecho impedirá que inmigren a él los que, en su Fa 1 s no tienen un metro de tierra ni para n:.orirse? ¿no es hijo del Dios que creó la tierra para que el hc:nl::re la habitarn y la trabajase? No hace falta p3ra entender el espír itu del Solidarismo, exponer ctrcs aspectos de las relac !cnes en lo social de los 1~ueblos. Para ordenar la salida de produ ctos necesari os . la di slri- 107

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