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r.46 El ri>eregrino Atlante~ )lió codo; el Santo dezia. y Dios executava. Cefso la uria de la tempeílad,y empezó a moíl:ratfela evidé– :ia de la profecia;porque luego toda lacampafia del maren ef paicidos deíl:rozos,fe vió miferablecofec ha ie cadaveres femhrados > Cobrecuyas deshechas ha– z.es ,ctl impulfo de losvientos,en las erasde las ondas> fueinfelizmente trillode la Parca,el tridente de Nep– tuno. Admirable efpeétaculo fue,ver a vn tiempo,en vn mifmo campo,la diíl:anciade dos fortunas,quando á los pechos de apacible ferenidad >enconcro el viento en caricia, y el mar en leche, la Nave de Francifco ;y la otra fe vio reprefentar Cobre ef parcidas tablas,entre cuerpos muertos, tragediasvivas. Sobrefolio la dicha de la vna,con lamiferiade la otra. Eran las cuerdas en la vna, fonora mufica,alimpulfo del tranquilo vie11· to; y en la orra rompidos cordeles,aJ tormento del a– pretador naufragio. Las velas en la feliz, fe efiendian tdunfantes pr.ndones de la tempeílad; y en la defdi– chada, trilles mortajas del aliento.Aqui lascabla·s fue– ron feguras pneotes,y alla mif~ros arahudes. Y enfin fueron losatbolesde entrambas, del bien > y del mal; en la vna, confiante arrimo de la vida, y en la otra, efparcidafombrade lamuerte.Dos vczes en efeto, (e oflentó milagrofo Francifrc;> en eíle, Profeta, para donde no fe hallava, y bienechor en donde affif. ua. Eo quanto a la NaveSanta Cruz1es celebrada ve~ dad,

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