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EL PAÍS DE LA GRACIA y con dos metros de brazos para extender bien ésta, el mocete pedigüeño constituye allá un tipo, y es objeto de la envidia de todos los de– votos de pocos años. A veces la piadosa comitiva se detiene de– Janre de una casa, interrúmpese la decena co· menzada, y el que lo dirige se pone á rezar en voz alta, por una necesidad, un Padre ).i'uestro, que tocios contestan. Generalmente se trata de un enfermo grave, devoto las más veces, y en todo caso se pide á Dios le dé la salud . si le cott· vtenc. Llegado el Rosario á su punto de partida, todos se arrodillan bajo la celeste bóveda, y re– zan las letanías con las demás oraciones que se usan entre gentes de bt;ena conciencia . Por cierto, que al acabarlo, aquellos senci llos hijo s de la Iglesia recitan una plegaria, modelo en su género, que todos repiten pala bra por palabra, y que pone digno remate á su crist iana ma ni– festacion . Hela aquí en toda su breve sublimi– dad, con la puntuacion que la dan los buenos devoto5: 1-lágas.·, cÍtmplasc, sea alabada, y eterna · mente ensalzada . la justisima y amabilísima 11ol1mtad de Dios, sobre todas las C(Jsas. Amen '.Jcsus.

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