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72 EL PAÍS DE LA G~ACIA sario por las calles de la parroquia, llevando un estandarte con dos faroles delante, luégo un fa– rol en medio, y, en fin, otro estandarte con otro s dos faroies <letra,;. Es un espectáculo hermosísimo, indescripti– ble, digno de un pa1s de patriarcas y de un si– g!o mejor qm: el nuestro, el que ofrecen aque– llcs honradí simos labradores, (pues el Rosario de cada parroquia se compone de hombres so– los), cantando á voz herida las alabanzas de la Madre de Dio s. :-\ medida que el Rosa rio entra por las calle s, éstas se iluminan como por en– canto. Son las piadosas mujeres, que despues de haber acostado á la familia menuda, salen con el candil ó el velon á las ventanas y ventanillos para asoc iarse á la tierna ckvocion de sus ma– ridos. ¡ Cuánto debe agradecer la H.eina del cielo tan cariñosa clevocion ! Va el marido deshecho el<.: trabajar, sin encogimiento ni jactancia, sen– cillamente gritando por esas calles las grande– zas de María; y la esposa, que no es ménos cris– tiana, se asoma al balcon, y publica á su modo que en aquella casa reina la fe entrañable en la Vír gen del Rosario, y que si rezando se empie– za la jornada ( 1) , rezando tambien se concluye. (1) 1-:... de a•h·c 1ir 'I"'-' l., 11 ;l) '' 1 p;,nc: dt.:l,.., i.il, ,ad<,lC..,, oy•· u l•,<l-1~ lo:- ,li.1, 1111.1 ,. ,·;ui. , .. m i· ,h :\11t1.: .. do.: ¡,.-1rir par:i. !;,, i.,c,us <lci c,nnp,1.
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