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68 EL P. \Í"- DE LA GRAC!..\ monio necesitan más que mujer una hermana de Caridad, y tan desinteresados, que llevan un rey en el cuerpo, r no dan su morena mano sino á cambio de sendos miles de duros. ¡ Y luégo hablarán de amor! üna tempestad de risas y aplausos acogió tan intrépida salida . -¡ La buena sociedad está mala !- dijo una voz cascada y bondadosa, qL,e hasta entónces no se había oido . - ¿\' qué remedio, padre Cura?-d ijo el andalllz. - Ahí lo tienen ustedes,-respondió el Sacer – dote. El silencio de la tertulia en aquel momento fué tan profundo, que sólo se oia en toda la calle el ceo argentino de una campanilla, que dos ó tres chiquillos se disputaban y agitaban con infantil so licitud. Aquel tafiido advertia á los devotos labra– dores que era la hora del Santo Rosario.

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