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~IALA·LF.~G1;..\ -¡ l\iucho que s1 !-exclamó nuevamente Ta– bardillo, cada vez más conmovido por la histo– ria de Mala -lengua. Como decia mi difunta ma– dre, que de Dios haiga, blasfemar ha :;ido siem– pre y será una cosa mas fea que pegará Cristo en Viérnes Santo. Y al mismo tiempo que esto decía. pegaba con la vara en el suelo, y estaba mas encendi– do que un pimiento. -Cuando Mala-lengua dejó de bla::;femar, - continuó Tiburon, se vió que era un hombre que, como decía la ge nte, de bueno se le caian los calzones. Aquel bendito no sab ia lo que ha– cer para obsequiar á los Padres. Y ca vez que volvía de pescar, ya se sabia, la mejor pieza era para aquellos santos, que le aconsejaban y dirigían siempre como Dios manda. -Y un dia que uno de sus hijos se descuidó en soltar un por ,•ida, - afiadi ó la tabernera, sonriendo y mirando á Tiburon ,-su padre, que ya no sabia echar má.s que ca ...nario s, ca ...nastos y ca ...charros, y que no había rene– gado del genio que ántes tenia, le pegó un pun– tapié en la popa, que la criatura estuvo bailan– do de coronilla media hora. - ¡ Muy bien hecho! - <:xclamaron, riendo, algunos de los circunstantes. -Y aunque sea mal preguntado, - interpel ó
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