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54 EL PAÍS DE LA GRACIA -¡Bah! Yo cre1 que era ot ra cosa . -Oigan ustedes con calma . Cno de ellos se lanza como una flecha a Jlala -lmgua, y le su – jeta contra la muralla por el pescuezo, lo mis – mo que si hubiera sido un gorrion. -¡Tendría fuerzas de gigante ! - Un Sanson me pareció en efecto aquel ben- dito Jesuita, y :V1ala-lengua no marró ni una pulgada, ni más ni ménos que si le hubieran clavado á la pared. ¿ Qué hacia de las manos' -Sacar la navaja,-co:1linuó Tiburon, y abrirla como la abr ió. Pero el compañero del P.:ldre llegó á tiempo de evitar una desgracia, y un alguacil acudió al punto y meti ó á :\1ala– lengua en ch irona. - ¡ :\Iuy bestial deb ió ser la blasfemia '.
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