BCC00268-2-3500000000000000000410

52 EL PAÍS DE l, A GR.~C!A -B ien hablado, compadre, - dijo agradecí· do Tabardillo. Yo soy asina, ó drento ó juera. como mi padre, que Dios haiga, y tenia mala s pulga s. - ¡Camorra!-continu 6 Tiburon . Cada une es como su divina Majestá le hizo, y un poco peor, y nadie puede decir de esta agua no be– beré. - ¡Caba l'. Yo conocí á un marinero, indómito como la mar, - continu ó el marino -co n más alma que un cañon, más pelo en el pecho que una zamar– ra, y más fuerzas q ue un vendaba]. l\Ianejaba la lancha como si fuera una nuez, jal aba del remo como cuatro, nadaba como una merluza, cazaba largo, bcbia como un inglés , y hablaba ... ¡capote! lo mismo q ue un condenao. - ¡Qué atroz! - Toda la grumetería se callaba donde esta· ba él, y cuando arr iaba la lengua, y empezaba á descol ga r toda la có rtc celestial, era cosa de colgarle de las gavias, ó de echarse á la mar, por no oir le. -¡Qué bárbaro! -- Dios Nuest ro Sefior, que le pudo dejar de- sarbolao ó echa rle á pique, le aguantó sin em– bargo, pues dicen que Dios no tiene prisa. por – que siempre le llega su hora.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz