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51 -¡Desengañense ustedes ! ~o hay mejor ta– pabocas para los desalmados, que escupen a su divina i\I;-:jestá, que un garrotazo bueno en la misma boca maldiciente ... - ¡Reniego de mi casta 1 -gruii.ó en a4uel momento muy quemado Tabardillo, que hasta entónces había estada tragando saliva. - Cada uno rasca su sarna, se11ores, continuó, que para decir el toro viene, no es menester tantos ar– rempujones . Bebamos en paz, si ustedes gustan, pero ¡ me caso en Saboya ! coste que si lo dicen por mf, á mí nenguno me ata, porque rompo la soga . -.-\quí se habla por tós y por ninguno, y el que se pica ajos come . obse rvó uno de los qm; habían hablado. -Yo no tengo que dar á usté ni a ncngun nado cuenta de lo que hablo, ¡ re ...pa1io ! - dijo amenazado r Tabardillo, 4ue se iba subiendo á la parra . ¡Conque bebamos! Y poquita bulla, que me duele la caeza 1 ••• La tabernera lanzó una mirada d1..: inteligen– cia al marino, como diciéndole: «si usted no lo gana, esto se pierde. » -Pr~1de nci a, seiiores,-dijo Tiburon, y el que no quiern borrasca que no se meta en el barco; que el hombre es hombre, y si salta la cuerda puede darles el zurriagazo en la cara.
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