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)IALA·LENCL'A Y encarándose con bs mulas empezó a :mi· marias gr itando: -¡Beata! ... ¡Bea taa a 1 ••• ¡Coronela! La mula Beata, que era la de varas, se esfor– zaba e:1 vano para mover aquella mole . En tan– to Jeromo estaba confuso. con la ca ra blanca como un pañuel o . -¡A h, granujon! ¡canalla! -vo lvió á decirle su amo irritado. ¿ Estás borracho ú qué?¡ Hasta me ch iflo en tu alma!-;Beata! ¡Bea ta !... ¡Pe– reg rino!. .. -¡ So pillo !- volvía á decir encarán– dose con Jeromo l ¡No ganas ni el pan que co· mes! ¡Malos lob os te coman á ti , traidor !...- ¡Corone la! ¡Peregrino! ¡Beata! ¡hu i !... ¡. \rre, Peregr ino! ¡Hu esqui!. .. ¡Gallarda! ... :\u ... ali ... au ... T iempo perdid o . Las mula s tirab:rn de bue– na volllntad; pe ro el carro no se movia. -Coge del diestro á ese macho, mastuerzo, -g ritó Tabard illo áJeromo con voz imperiosa y preñada de cc1npestacles. ¡ Una pulialá en la tetilla me:·ecias tu por marrano, avutardo, sin provecho! ... ¡Re ... taco! E l zagal aguantó la rociada en silencio, y obedeció sumisamente: -¡Ar re Capitana! ¡Toma Peregrino ! ¡Jiala Ga llard a! ¡hala ! ¡hala !...-e xclamaba Tabardi– llo, animando y aguijoneando al ganado.
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