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LA YÍRCE:S DE LA \"ECA ·o ., Siguiendo su consejo, en efecto, ambos \·ia– jantes concurri eron aquel dia á la procesion de rogativa co n sendos cirios. ~lillan que :iguarda– ba su turno para conducir a la venerada ima – ge n, llo ró casi de alegria al ,·erlos, y confcsl1 más tarde que ninguna propina ni regalo del mundo Je hubieran causado la satisfaccio n que sintió su pecho al \"er aquel par de caba lleros rindiendo acatamiento á la ,. 1rgen de la \"ega. La not icia del caso se propagó entre la cla– se labrad ora de !-Taro, y no fueron pocas las personas que visitar on el Santuario por con– vencerse del hecho. y contemplar delante de la popular imáge n un gran cirio que durante cinco se mana s ardió en enorme candelero, y que la ge nte designaba con el nombre de d ciri(1 dd f ra11d s.

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